Cap 1. Lo que el bosque esconde

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En un lejano lugar, en un reino de magia y fantasía más allá de la imaginación, un hombre observaba el mundo desde su pequeña cueva. Confinado a la soledad por ser diferente a los demás, contemplaba la vida pasar a través de las cristalinas aguas de un pequeño estanque que era su única ventana al mundo. Era todo lo que necesitaba para saber lo que sucedería de un momento a otro. El futuro era inevitable, de ello tenía la certeza. Pues lo cierto era que sus predicciones nunca, jamás fallaban.

Esperaban días aciagos para los habitantes de Eulana, la aldea en las cercanías del bosque... pero en especial, para algunos de ellos...

En el pueblo, las calles estaban llenas de vida

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En el pueblo, las calles estaban llenas de vida. Las gentes charlaban animosamente, los mercaderes sacaban su género para venderlo en el mercado de la plaza... En definitiva, era un bonito y tranquilo día.

Sin embargo, no todo parecían ser buenas noticias. Recientemente, a oídos de alguno de los aldeanos había llegado el rumor de la aparición de bestias en la zona. Bestias sanguinarias sin corazón, mitad-hombre mitad-monstruo, que parecían encargarse de trabajos tales como recaudadores de dinero, entre otras cosas. Muchos de ellos tenían algún que otro chanchullo entre manos. Trabajos sucios para gente sucia. Ese era el tipo de cosas que Víctor más detestaba. Él era el héroe, la imagen de Eulana. Todos confiaban en él, y como tal, su cometido consistía en acallar el pánico y tratar de encargarse de vigilar el bosque como buen cazador y digno sucesor de su padre que era...

Caminaba por las calles conversando animosamente con dos de sus acérrimos admiradores, cuando vislumbró unos familiares cabellos rojos. Aquella forma de caminar tan particular e inocente, prácticamente dando saltitos, era inconfundible. Su atención se centró de inmediato en la susodicha figura y, al ver que podría perderla de vista de un momento a otro, enseguida corrió hacia ella. Allí estaba ese dulce y bello muchacho tan brillante y puro como el más cálido sol, que a todos tenía encandilados. El mismo que cargaba con un aciago destino que cierto brujo de cabellos azules había predicho desde el mismo instante en que sus miradas se cruzaron...

—Buenos días, Blood. — el pelinaranja se le apareció por detrás, aprovechando que el joven estaba distraído.

— ¡Vi-Víctor! —el chico pelirrojo se sobresaltó, pero enseguida le devolvió la sonrisa—. ¡Buenos días Víctor! —Blood le saludó con entusiasmo. Estaba muy feliz puesto que había conseguido comida, mucha. Seguro que su hermano también se pondría tan contento. Así que, como para no ir deambulando por ahí con una sonrisa en el rostro. Además hacía buen tiempo, y a Blood le encantaba, adoraba el sol. Hacía florecer las plantas y lo llenaba todo de calidez y luz. Con todos esos factores, sin duda aquel era uno de los mejores días de su vida—. ¡Me alegro de verte! ¿Qué tal estás?

—Oh Blood, querido y hermoso Blood —prosiguió el joven cazador en un tono adulador, contemplándolo mientras lucía una sonrisa picarona en el rostro—. Luces tan adorable como siempre. ¿De donde regresas tan contento?

Lycoris ElegyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora