Sostienes el arco con porte y elegancia. Tu mirada se agudiza cuando te centras en la diana. La flecha que tiras sigue un camino recto antes de quedar insertada en el centro. El silencio aquí es extraordinario, Seokjin, pero ambos sabemos que la gente del castillo te está mirando, venerándote por tu agilidad. Las chicas deben de suspirar mientras dicen que el verdadero destino de esas flechas son sus corazones, como si poco les importara que sus corazones estén destinados a romperse ante tu tacto; porque ellas son del montón y tu apellido pronto le pertenecerá a alguien más.
Giras hacia mí, buscando mi mirada, pero me veo obligado a inclinarme ante ti, mi príncipe.
―Me he aburrido, ¿me acompañas a la biblioteca? ―Es todo lo que dices antes de dejarle tu arco a alguien más.
Soy tu mano derecha aquí. Puedo sentir las miradas de envidia lanzadas por el resto al creer que tienes un trato más exclusivo conmigo. Mi familia te ha servido por toda la vida, crecí a tu lado con el fin de ser tu más leal aliado, y el resto es consciente de que no cualquiera puede portar mis zapatos.
Pero yo no me siento tan especial, Seokjin.
Me gusta tu biblioteca. Me gusta ver los grandes estantes llenos de una exagerada cantidad de libros que me pregunto seriamente si has leído en tu vida. Me gusta este lugar porque a nadie más, además de mí, le tienes permitido entrar. Amas pasar tiempo aquí, pero ambos sabemos que no es por el olor de las viejas hojas y mucho menos el decorativo.
Este es tu lugar: tu lugar feliz.
Te deshaces de los primeros botones de tu camisa, te quitas los zapatos porque prefieres ir descalzo, y la voz que difícilmente es escuchada fuera de aquí, inunda cada rincón mediante bromas y risas. Me hablas sobre el color del cielo, los cisnes en el lago y el banquete al que asistirás venerando la comida pero la cual no podrás probar por estar demasiado ocupado saludando a otras personas importantes. Me hablas de ti, Seokjin, y luces tan brillante ante mis ojos. Pierdes tu seriedad, yo pierdo la mía, y de repente ya no eres el príncipe y yo tu fiel servidor. Sólo somos Seokjin y Yoongi, los amigos de toda vida, los confidentes de innumerables travesuras de infancia.
Soy el niño que pasaba horas observando el cielo estrellado junto a ti en la sola espera de encontrar una estrella fugaz que fuera capaz de conceder nuestro único deseo: ser felices los dos.
―Estoy tan cansado ―Murmuras, tendiéndote en el sofá, recostando tu cabeza sobre mis piernas.
Debes estarlo, pienso mientras acaricio tu oscuro cabello. Debido a tu boda, las modistas no han dejado hacerte dar vueltas para que tu traje sea perfecto. Y tú amas verte bien, pero odias ese tipo de actividades. Mientras que yo, paso de esas reuniones y me gustas un poco más desordenado. Me gustas con los ojos soñolientos, el cabello desordenado y tu sonrisa dulce, como cuando despiertas junto a mí.
Nuestras miradas se encuentran, tu cansancio se disipa pero, en cambio, luces repentinamente triste.
―No quiero casarme ―Pero debes hacerlo.
Te reincorporas, mirándome angustiado, como si comprendieras las palabras que intento transmitirte. Y puedo ver que te duele esto, Seokjin; puedo ver cuánto te duele mi indiferencia al respecto.
―No la amo, Yoongi
Pero el pueblo entero espera que te cases con ella para una alianza entre nuestros reinos.
―No hagas esto, deja de mirarme de esa forma ―Pides desesperado, tirando de mi ropa. ―Dime que no lo haga, dime que estás dispuesto a escaparte conmigo. Yo no tengo la valentía para irme solo, Yoongi, pero si tú me acompañas... ―Niego con la cabeza, sin poder darte el apoyo que esperas.
Tus manos me sueltan, te acomodas lejos de mí y miras en otra dirección para ocultar las lágrimas que se han acumulado en tus ojos. Aunque quiera consolarte, lo cierto es que teníamos que crecer. Cuando niño soñabas con convertirte en un gran rey, tal como habías aprendido de tu padre, y yo fui criado para ayudarte a conseguirlo. Ahora que estamos a sólo un mes de dar este paso, no puedo sólo fingir estar ciego. Miles de personas dependen de nosotros. De ti, su bondadoso líder. De mí, quien permitiría que su corazón fuera atravesado por un millón de flechas antes de que la maldad te alcance a ti.
Desde un principio nuestra amistad fue errónea.
Desde un principio enamorarnos fue todo lo que estaba mal.
Desde un principio supimos que las estrellas no conceden deseos, amor.Te oigo suspirar con fuerza. Te veo apartar tus lágrimas bruscamente. Giras a verme y no hay palabras que llenen el vacío creado entre nosotros, pero eso no te detiene al inclinarte sobre mí y juntar nuestros labios con timidez. No te correspondo, tu corazón parece más atormentado, y no me sorprendo al sentir tus manos empujándome para que me recueste.
―Bésame ―Exiges con voz molesta. ―Correspóndeme, maldición ―Demandas. ―Eres mi sirviente, ¡así que obedece mis órdenes ahora! ―Usas tu último recurso.
El arrepentimiento viene a ti como una bofetada sólo al segundo de haber dicho tales palabras y tengo que sostener tu rostro cuando comienzas a temblar y a llorar.
―Perdón, perdóname, amor ―Suplicas y, cuando te suelto, no tardas en abrazarme fuertemente mientras ocultas tu rostro en mi cuello. ―Perdóname por nacer aquí. Perdóname por nacer con una corona en mi cabeza. Perdóname por no poder elegirte a ti, Yoongi ―Sollozas.
Doy palmadas en tu espalda, intentando tragar mis propios deseos de llorar. Perdóname a mí por nacer siendo un ser tan ordinario. Sin embargo, cuando me besas por segunda vez, es cuando termino por romperme. Y vuelvo a ti, te entrego mi todo, porque incluso si sé que nuestro amor es incorrecto, necesito que lo sientas. Necesito que sepas que yo, Min Yoongi, te amo incluso si mis sentimientos por ti han resultado por ser nuestra maldición.
Y el sol sale con más frecuencia paulatinamente.
La escarcha ya no moja nuestros zapatos cuando caminamos por el césped.
Los árboles y los jardines comienzan a florecer.
El frío invierno que nos condenó terminó y llegó la primavera; la estación que marcaba una unión y un cambio.Te veo en el altar, junto a la mujer con la que pasarás lo siguientes años de tu vida, y sé que ya no hay vuelta atrás. La tensión entre dos pueblos enemistados termina hoy aquí, con ustedes. La gente afuera ríe, canta y baila por ese futuro próspero que los anillos en sus dedos prometen. La corona en tu cabeza realza tu poder. Y sé que la misma dicha bañará esta tierra cuando tu reina dé a luz a tu príncipe heredero. Sé que serás el perfecto rey, el perfecto esposo y el perfecto padre.
Estaré ahí para que jamás falles, mi rey.
Y aunque nuestras miradas sigan buscándose, aunque tu labios a veces parezcan modular disimuladamente un lo siento, lo cierto es que no hay nada que te recrimine. Porque, Kim Seokjin, te mereces un final de cuento de hadas.
Y en los cuentos de hadas no existe un amor como el de los dos.
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Nota:
Este oneshot lo había escrito por la Yoonjin week (día 7) y nunca lo subí ;-; (porque me salté los otros días y el plan era seguir el orden x'D). Ya sé que eso fue hace mucho, pero no quería dejarlo sólo en borradores:(. El concepto era "Cambio estacional/Cuenta regresiva", así que creí que esta idea podía ser buena. Incluso si es sad, espero que les haya gustado:cMis gifs no quieren cargar, así que dejo este.
SON TAN BONITOS ;-;
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Cuento de hadas [KSJ+MYG]
FanfictionKim Seokjin, te mereces un final de cuento de hadas. • Couple: Yoongi x Seokjin [BTS] • Historia de un solo capítulo • Género: Romance