Parte 1

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"–¿Quién eres tú? –preguntó un poco asustada al chico que estaba al otro lado del lago tumbado en la rama de un árbol.
Éste sonrió y dijo:
–Sólo pasaba por aqui,  para ver que tál es el pueblo al que me acabo de mudar"

Acabé de comer y me preparaba para irme a andar un poco con mis amigas y tomar algo,  estaba a punto de salir del salón cuando sonó el teléfono,  no tuve que adivinar quién era porque ya lo sabía:
–¿Diga? –dije yo haciéndome la tonta.
–Madre,  soy yo–contestó mi hija al otro lado de la línea– supongo,  que a esta hora saldrás a dar tu paseo con tus amigas.
–Como todos los dias hija.
Tratamos la conversación de forma habitual,  preguntandonos como estabamos y discutiendo sobre mi bienestar:
–Andrea,  yo estoy bien,  no sé por qué  te preocupas tanto,  ya sé que tengo mis añitos,  pero sé cuidar de mí misma, ademàs estoy bien sola– dije ya un poco irritada.
–Ya lo sé Madre,  pero puedo evitar preocuparme por ti,  ya te lo he dicho mil veces,  que no te voy a dejar de llamar hasta que vengas conmigo o con alguno de nosotros.
Decidí no discutir más con la cabezona de mi hija,  después de todo en eso salió a mi,  de todos sus hermanos,  ella era la unica que me llamaba todos los dias para saber como estaba,  aunque era pesado,  en el fondo lo agradecia.

Ya eran las diez de la noche, ya habia cenado y estaba sentada en el sillon viendo la tele– "siempre la misma mierda"– pensé.  De repente me entró una mala sensación,  como si me hubiera olvidado algo,  esa puta sensación otra vez,  me sentía asi de vez en cuando,  desde que era pequeña,  mis hijos me llevaron al médico para ver si era algo,  pero no,  estaba sana,  esta vez la sensación era más fuerte,  como si fuera algo importante y mi cerebro no pudiera recordar,  no... Espera.... Algo no, ! Alguien¡ Esa noche soñé con la silueta de un hombre, me era familiar,  y estaba segura de que no era mi difunto marido,  ni nadie que yo conociera,  pero era alguien que me resultaba muy familiar.

Hoy llegaba,  no podía esperar ni un minuto más,  estaba histérica por conocer a mi nuevo nieto, llamé a Andrea 15 veces y no me cogía el teléfono,  hasta que a la vez 16 por fin se dignó a contestarme:
–!¿Dónde estás?¡– pregunté llena de preocupación– ¿Estás bien? ¿Y tu marido? ¿Ya ha llegado su hijo? ¿Vendréis a comer,  verdad?  Tengo tantas ganas de conocer a Erick.
–Mamá,  estamos bien,  no sufras,  no te pude cojer el teléfono porque estaba el móvil sin batería,  a Neil se le olvidó ponerlo a cargar,  como siempre, y Erick ya está con nosotros,  ha llegado bien,  un poco cansado por el viaje,  pero ya estamos de camino a tu casa,  te avisaré cuando estemos allí, ¿vale?
–Vale mi vida,  os espero aqui con la mesa puesta,  que supongo que tendréis hambre.

Después de media hora sonó el timbre de casa,  la abrí lo más rapido que pude y alli estaban ellos: Mi hija Andrea; su marido Neil; y un niño de 8 años de edad al que tanto ansiaba conocer,Erick,  era igual que su padre,  con la misma cara perfilada y la misma boca,  salvo que él tenía el pelo rizado y negro y era más moreno de piel que su padre.  En cuanto le vi,  le di un beso enorme,  me alegraba tanto tener a uno más de la familia,  aunque no sea de sangre,  ya que era hijo de otra mujer que no era mi Andrea,  lo iba a querer igual como mi propio nieto,  y así fue,  sin embargo hubo una cosa que me hizo sentir incómoda,  sus ojos eran negros,  pero sentía algo de maldad en ellos,  como si hubieran mil monstruos encerrados en èl,  finalmente hice caso omiso a esos pensamiento y les invité a entrar para comer todos juntos. Durante la comida Erick no cruzó palabra con nadie,  estaba cabizbajo y en alguna ocasión me miraba de reojo,  sabía en ese momento que se sentía incómodo en casa ajena y además lleno de vergüenza,  cosa que me parecía normal. La tarde transcurria tranquilamente,  mi hija y su familia se habían ido hace dos horas y yo me quedé mirándo la ventana pensativa,  por más que lo intentara no podía dejar de pensar en los ojos negros y profundos de Erick,  aunque sólo fuera un niño de 8 años,  sus ojos parecían cansados y llenos de resentimiento como si hubieran vivido y visto cosas inimaginables,  y no comentar la maldad que había en ellos.  Sin darme cuenta ya eran las diez de la noche,  asi que hice lo de todas la noches: me cambié; cené; y me quedé en el sofá un rato viendo la tele.
Al acostarme todavía tenía sus ojos en mi mente. Esa noche soñé con el lago,  al que iba siempre de pequeña,  caí en que habia alguien a mi lado,  no quería girarme hacia él por miedo,  pero me pudo la curosidad,  la silueta negra se acercaba mientras clavaba sus ojos en los míos,  no quería mirar más pero no podía,  esos ojos me resultaban familiares,  llenos de resentimiento,  dolor y odio,  los ojos que había visto esa misma tarde a la hora de comer.

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⏰ Última actualización: May 13, 2018 ⏰

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