Parte 4

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El azabache continuaba en el suelo, su respiración era cada vez más lenta y pesada, quitó el brazo que había mantenido sus ojos cubiertos pues un sonido a lo lejos llamó su atención y quería ver qué o quién lo causaba.

-¿Hay alguien aquí? --esa pregunta destacó entre el ruido de las cosas cayendo por ahí--

Como su cuerpo se lo permitió trató de levantarse, lo cual no logró por completo y quedó medio sentado usando su brazo izquierdo como soporte para su cuerpo y estiró la mano derecha para tomar la engrapadora que se encontraba convenientemente cerca, la arrojó golpeando algunos trozos de metal.

El rubio que hasta entonces se encontraba revisando entre los escombros escuchó el estruendoso golpe y caminó lo mas rápido que pudo para encontrar a la persona que lo había causado. Y así como se lo propuso, encontró a esa persona que de haber tardado más tiempo, seguro que de ahí no lo sacaba con vida. No pudo evitar sentirse algo culpable por no haber revisado por completo el lugar antes, pero no era el momento para enfocarse en eso. Tomó al pelinegro y lo cargo en brazos, estilo princesa. El mayor no pudo quejarse u oponerse ante tal acto pues sentía que en cualquier momento se desvanecería.

El ojiverde talló sus ojos pues veía bastante borroso y quería ver la cara de quien estaba haciendo que un leve tono rosa adornara sus mejillas pero igual le estaba salvando la vida.

Cuando elevó la mirada para ver a su héroe, lo que antes era un leve tono rosa se volvió un rojo vivo, no pudo evitarlo, se perdió en aquellos ojos azules que le recordaban mucho el espacio por alguna razón, aquella piel pálida a la que la adornaban pequeñas pecas y pequeños mechones de su cabello rubio que salían de su casco y caían sobre su cara.

-Wow... --habló casi inaudible--

Oh mi querido Craig, te has enamorado de tu salvación.

Save me from the fireWhere stories live. Discover now