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D A N I E L

—¿Cuándo te diste cuenta?

—Hace una semana, no fue por eso que me fui, pero después de esto, no quiero regresar.

O sea que Jonah y ella lo hicieron aún en Abril, después de la fiesta de Logan, por eso Jonah no regresó esa noche y no apareció con Logan al amanecer.

Esto quiere decir que Sam tendrá de dos a tres meses...

—Tienes que hacerlo, ¿piensas que Jonah se molestará o te dejará? A él le encantan los niños.

—Ajá sí pero, no creo que le encante tener uno suyo a los diecinueve años, ¡diecinueve años, Daniel!

—Ahí te equivocas, ya cumplió veinte, no felicitaste pero...—

—Dani—me interrumpe—. No le digas a nadie, tú eres la única persona a la que le he dicho.

Y a pesar de que me ha roto el corazón en millones de pedazos, el escuchar que está confiando en mí, hace que rebose de alegría.

—No te preocupes por eso, guardaré tu secreto, como en los viejos tiempos, ¿recuerdas?

—Sí, los viejos tiempos... Me tengo que ir, te amo, Dani.

—Ad...—me ha colgado.

Entro de nuevo a la habitación y veo a Bea colocarse nuevamente su ropa.

—¿Qué?

—Era Sam, lo sé, no quiero hacerlo y pienses que soy ella.

—No lo haré.

—Ajá—se levanta y sale del cuarto, creo que se ha topado con Corbyn.

Y en efecto, se topó con Corbyn, quien ahora entra.

—¿Qué hiciste? Parecía molesta.

Lo que me gusta de este cuarto es que guarda el ruido de aquí dentro pero se percibe todo el ruido de afuera.

—Qué se yo.

—¿Tu amiguito no te respondió en el momento?

—¡Oh por Dios, Corbyn!—le aviento una almohada.