Capítulo 1

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Abrí mis ojos. Intenté preguntar dónde estaba, pero ni una palabra salió de mi boca. Estaba amordazada. Quise gritar, pero solo salían quejidos. Estaba atada a una silla, de manos y pies. La habitación en la que me encontraba estaba oscura. Totalmente. Al intentar romper la silla, cause un gran estruendo. Unos hombres llegaron.
—Despertaste.—hablo uno. Era alto y estaba tatuado de sus brazos. Llevaba en sus manos una pistola y un trapo en la otra. Logré librarme del pañuelo que tenía en la boca, y entonces intenté hablar, pero mi garganta estaba seca. No sabía cuantos días llevaba ahí, pero al parecer no había sido uno solamente.
—¿Necesitas algo, preciosa?—preguntó el otro, este era flaco, pero alto. Llevaba un tatuaje de una calavera.
—A..agua...—intenté decir y sentí como mi garganta se desgarró a lo que grite y unas lágrimas salieron de mis ojos.
—Tráele agua, inútil.—ordenó alguien que apenas iba entrando. —¿La amarraron? ¿Enserio?—preguntó incrédulo. Era alto, parecía tener al menos unos 23 años, no tenía tatuajes y no llevaba ningún arma. — Largo ahora, los dos. Tráiganle agua y algo de comer...Pero no porquerías.
Ambos murmuraron un «Si, señor» y salieron de la habitación, la luz ahora estaba prendida, olvide mencionarlo.
—Así que...despertaste.—habló hacia mi. Asentí con miedo. —No me tengas miedo, ni a mi ni a ellos.
Asentí otra vez.
—Tenle miedo al jefe.
Al jefe. Claro, Simón Alvarez.
—¿A Alvarez?—logré decir.
—¿A Simón?—asentí.—Noo, al mero jefe, a Elías.
Fruncí el ceño.
—Entiendo, jamás has oído de el. Elías es el jefe, es el que mata y hace todo el trabajo sucio, es el verdadero criminal, nosotros que estamos aquí, somos prácticamente...inocentes culpables. Por cierto, soy Gastón.
Sonreí, como si eso se pudiera. El hombre flaco llegó con el agua y se la dio a Gastón. Me desataron de las manos y de los pies. Tome la botella de agua y me la bebí con rapidez, sintiendo como mi garganta dejaba de estar rasposa. Bebí más de la mitad.
—¿Por que yo?—pregunté aún sentada. Gastón había jalado una silla y se había sentado frente a mi.
—Porque nos enteramos de la estupida misión para capturar a Simón. El jefe no sabe nada de eso. —explicó.
—¿Y si se entera?—me atreví a preguntar, pero como dicen. La curiosidad mató al gato.
—Te torturará, sacará información de ti y al final te matará.
Me quede helada.

Amor en cubiertoWhere stories live. Discover now