Primera parte: tierra
Los magos con espectro de tierra son brotes
de vida donde sus pies descalzos dejan huella, son hiedras
enredándose en muñecas, son terremotos de frustración y son
la seguridad de un refugio de madera, son sueños de
esmeralda infinita, son columpios de infancia y confesiones
de amor y de pétalos de primavera.—••—
Esa noche, lo despertó un relámpago a altas horas de la madrugada, seguido de un estruendo que hubiese podido despertar a los ancestros de cualquiera y de un fuerte olor a chamuscado. Se levantó, extrañado. No porque en esa ciudad las tormentas eléctricas fuesen muy distintas, sino porque ni en el exterior de la ventana se veía ninguna tormenta eléctrica ni el relámpago había venido de fuera.
Apartó la cobija y, tropezando con algunos de los antiguos volúmenes prestados de la biblioteca, que habrían caído de la cama después de que se quedara dormido leyéndolos, llegó hasta la puerta de su habitación, que abrió con cuidado. Al otro lado de la cocina-comedor-sala multiusos estaba la habitación de Jongdae, su compañero de piso desde hacía más de un año, y frunció el ceño cuando vio que por el resquicio de la puerta se filtraba algo de luz.
Cuando abrió la puerta de la otra habitación, Jongdae se giró, quitándose las gafas redondas y de vidrio esmeralda de protección que se ponía cada vez que hacía experimentos.
—Oh, Kyungsoo, ¿te he despertado?
Él hizo un gesto de negación con la mano, quitándole importancia. Pese al rayo salido de la nada ocasional, Kyungsoo no tenía motivos para quejarse de su compañero de piso. Algo excéntrico, como la mayoría de los magos con espectro de rayo, eso sí, pero un buen compañero de piso de todos modos.
—¿Sigues con la generación espontánea? —le preguntó, observando los distintos artilugios dispuestos sobre la mesa del otro. Reconocía la mayoría: metales raros, esencias de lugares recónditos, ámbar con distintos insectos y flores disecadas de todas las formas y colores. Kyungsoo tenía exactamente los mismos guardados aún en sus envoltorios protectores hasta que los necesitaran en la clase de ungüentos. Jongdae, sin embargo, los había abierto el mismo día que habían llegado a la universidad, ansioso por experimentar en su intento de encontrar algún elemento que aún no estuviese registrado en la tabla periódica o de generar vida de la nada. Algún día Kyungsoo se atrevería a decirle que, más que generación espontánea, lo que estaba haciendo eran transformaciones o incluso combustión, a juzgar por las pequeñas volutas de humo que salían de una gema iridiscente desechada a un lado del escritorio.
—Esta vez estaba segurísimo de que había dado con la combinación perfecta —explicó, rascándose la barbilla y removiendo fragmentos de estaño con unos palillos de metal. Seguramente los mismos con los que había estado comiendo del envase de fideos instantáneos que sobresalía de la papelera al lado del escritorio. Kyungsoo hacía tiempo que había dejado de juzgar sus hábitos en un acuerdo de mutuo respeto por las peculiaridades del otro—. No entiendo qué puede haber salido mal.
Kyungsoo, que ya se había asegurado de que seguía sano y salvo y el piso no iba a empezar a arder, al menos no esa noche, le deseó buena suerte en su proyecto de investigación amateur y regresó a su propia habitación. Se metió en la cama, contemplando si mirar el reloj e inevitablemente contar las horas que le quedaban de sueño o si irse a dormir con la incógnita y que fuese lo que los astros quisieran.
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Finis Terre (BaekSoo)
FanfictionPese a que Do Kyungsoo todavía no lo supiese, el segundo curso en la Universidad Nacional de Magia iba a implicar decisiones equivocadas, promesas rotas y más imprudencias de las que en ese momento podía imaginar. Pese a que Do Kyungsoo todavía no l...