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Simplicidad.

Es una palabra que se podría utilizar para hablar de muchas cosas. Pero no se la debería usar para describir una vida.
Pero no encuentro mejor palabra para describir la mía, simplicidad
.
Todo en mi día a día se basa en la rutina, y gracias a mi juventud, en el albedrío del caracter de mi madre.
Todo es despertar temprano, tareas del colegio, entrenamiento (es una de las pocas cosas buenas de mi vida), encerrarme 6 horas en un aula y volver a dormir para repetir el ciclo el día siguiente, un cambio improvisto nunca se debería a algo divertido como una fiesta o un concierto. Sino a la necesidad, debo hacer una tarea, a la biblioteca, o tal vez acudir a velocidad si me necesitan en la mañana en el trabajo.

Los pocos placeres de mi vida eran los libros, la música, y los entrenamientos de calistenia en el colegio.
No quiero decir que soy un antisocial, suelo hacer reír con facilidad a las personas con ocurrencias que solo brotan en mí. Tengo amigos, aunque pocos, la gran mayoría solo son compañeros con los que bromeo.

Pero a diferencia de chicos de mi edad, creo que tengo un nivel de madurez más alto, me centro en lo que me importa: mi familia.
Y el que no tenga una vida de parranda, no quiere decir que sea el mejor estudiante del mi curso, eso es un esteriotipo de las películas.

Soy en hijo mayor de dos hijos, mi madre solo nos tiene a mi hermana menor de 9 años y a mí. Ha lichado toda su vida, ha tenido que trabajar muy duro para hacernos sobrevibir y tener una vida digna.
En casa debo arreglar todo, limpiar, dejarlo impecable. Es cansado, pero no me molesta en lo absoluto, me siento util al poder ser una ayuda para mi madre.

Todo en mi vida es común, como dije, simplicidad.

IncondicionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora