Las clases terminan y todo el mundo está ansioso por el baile de despedida, pero mientras algunos se encuentran expectantes a lo que sucederá en este su último año, otros tratarán de encontrar valor para hacer cosas que creyeron nunca hacer, como co...
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Otro amanecer en París, la ciudad del amor. Una ilusión con la que todos vivimos porque es lo que nos transmitieron todas esas películas a blanco y negro; comedias románticas que nos hacían hacernos ilusiones sobre poder encontrar nuestra otra mitad. Recuerdo que cuando era niña me encantaba ver ese tipo de películas. Recuerdo hacerme historias en mi mente y con mis muñecas sobre como encontraría el amor algún día...y bueno, que puedo decir, nunca dejé de enamorarme desde esos días.
Como sea, no sé en que momento fue, pero llega un día en el que creces y te das cuenta que cualquier ciudad puede ser la ciudad del amor si estás con la persona indicada. Pero, ¿Saben? siento que tengo una maldición o algo por el estilo. Quiero decir, no me malinterpreten, sé que el amor llega en su momento indicado y todo eso. ¡Pero ya he esperado suficiente! No sé a que juega el universo conmigo al mandar a alguien como Adrien Agreste a mi misma escuela, a mi misma clase, sin esperar que me enamore de él. Ya han pasado tres años desde que lo conocí y no pude haber pedido mejor momento para estar viva. Pero entonces, ¿Cuánto más debo de esperar? Se me agotaron las excusas para mi corazón enamorado, no sé cuanto más podré estar esperando a que me diga lo que llevo esperando desde siempre. Quiero dejar de ser su amiga para ser algo más. Por favor, universo, haz algo.
—¡Marinette!, ¿cuánto más vas a tardar en la ducha? ¡Llegarás tarde a clase!
— ¡Ya voy, perdón mamá!— Mientras cerraba el agua caliente sentí como mi pie derecho se resbaló hacia atrás haciendo que golpeara mi nariz con la húmeda superficie de la pared. Muy bien Marinette. Muy bien.
Enrollaba la toalla en mi cabello con ambas manos y recobré mi postura. Limpié el espejo empañado para poder ver el rostro que me acompaña desde siempre. Noté como mi nariz comenzaba a enrojecerse por el golpe de hace minutos. A veces no me canso de triunfar.
Marinette. 17 años. Premio a la más torpe de la ciudad del amor.
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— ¡Nena! ¿Por qué tardaste tanto? Tuve que aguantarme las ganas de ir a elegir nuestros asientos de este año sólo por la dicha de ver como vendrías vestida hoy.
— Ahh...Hola Alya —Dije agitada mientras acomodaba mi maleta y ordenaba mi cabello. No quería llegar tarde hoy. En especial hoy.
— Ugh, ¿Qué le pasó a tu nariz? —Alya acomodaba sus lentes y antes de que pudiera contestarle, dió un vistazo a mi espalda mientras saludaba calurosamente— ¡Hola Nino!
—¿Cómo están mis dos chicas favoritas?— Nino se acercó para darme un abrazo y seguido depositó en la frente de Alya un beso. Yo de verdad envidiaba lo bien que había ido su relación. Pero de una buena manera, digo.
