Estaba en mi camilla, justo como lo ha sido desde que intente suicidarme, tengo que permanecer aquí 15 días y apenas han pasado 3, me será difícil no querer salir de aquí, todo es tan aburrido y sin color; hay una tele en la esquina de la habitación, un mueble a mi lado derecho junto con los medicamentos, al pie de mi cama se encuentran mis resultados y una muchacha de mi edad está sentada a mi izquierda revolviendo con una cuchara lo que perece ser café o té, no lo sé pero estoy segura que por su ropa oscura a la que cuelgan pedazos de tela rasgados de las mangas y parte inferior de lo que queda de su sudadera, su cabello largo y blanco y piel pálida, me dicen que no es la enfermera
-¿qu-qué haces aquí? ¿Quién eres?-me reincorporo en la camilla tratando de estar lo más alejada posible de ella
-vengo a sacarte de aquí-continua revolviendo su taza
-¿Por qué? ¿Quién eres?
-¿acaso no quieres irte? Puedo dejarte aquí si quieres- pone la taza sobre el mueble y se levanta de la silla
-no, espera- se frena en cuanto se levanta y me mira, tiene los ojos muy claros, grises, o eso creo- di-dime quien eres y tal vez vaya contigo- respira profundo y vuelve a sentarse tomando su taza
-bien, me presento, me llamo Neptuno- estira su mano en forma de saludo, miro su mano por un momento, tiene las manos delgadas y sus uñas son largas y puntiagudas, tardo tanto en tomar la mano que la retira- bueno...como te mencione hace un momento, vengo para sacarte de aquí, por como leí en tus hojas trataste de suicidarte y obviamente no lo lograste-me hago pequeña en la camilla avergonzándome por lo que dijo, porque si, fallé- déjame ayudarte a completar tu misión, así ambas nos ayudaríamos
-¿de qué hablas?
-ven conmigo, te lo explicare en cuanto lleguemos a nuestro destino-se levanta de la silla y vuelve a extender su mano frente a mí, esta vez no tardo más de 5 segundos y la tomo, me bajo de la camilla y me extiende una mochila, "ponte la ropa" me ordena y obedezco, al terminar de atarme los zapatos me toma de la mano y me lleva a la puerta, la abre y se asoma a ambos lados, parece que está despejado pues asiente con su cabeza y me jala hacia un sitio que desconozco, pero la curiosidad pudo más esta vez, y no sabía que me arrepentiría después.