Detrás de una cara común, siempre hay algo más.

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Y ahora, estaba caminando de ábrego en ábrego, siempre he viajado hacia el mismo punto en cualquier lugar que visito y para realizar la misma actividad en todos estos: matar.
Pueden llamarme psicópata, un trastornado, maníaco, demente, loco y todas las demás palabras que puedan ser un sinónimo o que estén coligadas a la familia de las palabras que describen a una mala persona. Todas y cada una de ellas me describen perfectamente, una mala persona.
Soy un asesino, ni si quiera recuerdo cuándo me he convertido en ello.
Al momento de matar lo puedo realizar de diferentes formas, de hecho llevo un patrón: cuchillo, pistola, veneno, cuchillo, pistola, veneno y así sucesivamente.
He matado a demasiadas personas, no llevo la cuenta pero se que son muchas y todas son distintas: desde una persona perteneciente a una cabila, hasta algún francófono, una que otra que sabe algo de kárate, una mujer lívida y otras más sefardí, alguien que carece de sorecismo, otros son cristianos, otros practican béisbol, otros son artistas; y bueno, mi lista lo acabaría.
La mayoría de todos ellos han sido interfectos.
Y la pregunta es el:¿por qué lo hago?
He de decir que no tengo una razón clara, cuando le doy fin a una vida ha sido sólo por diversión pura y le pongo ahínco a eso, lo más extraño es que siempre termino arrepentido. Siempre, después de terminar, viene el sentimiento de culpa.
Nadie sospechaba de mi, sólo era alguien con un aspecto común y corriente, alguien quien no le podría causar daño a nadie.
Pero un día, al ir caminando hacia mi nuevo destino me desvié de donde siempre solía ir. Fui directo a una estación policiaca a explicar quién era, por qué estaba aquí y qué era todo lo que había hecho. No aguantaba más la culpa, por eso decidí ir, para ya no causar problemas y daño alguna a nadie más.
Me condenaron a la silla eléctrica, en la pequeña sala que está enfrente, en donde pueden ir familiares a presenciar la atrocidad que le hacían a su pequeño hermano, madre o amigo. Justo ahí, no se encontraba nadie.
Tal y como siempre estuve, así moriré.
Solo y trastornado.

Pequeñas y deplorables historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora