La diabla (parte 1)

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Por Ángel Rg

Le decían la Diabla porque tenía un tatuaje de un diablito sonriente en la parte baja de la espalda. Trabajaba como independiente en un prostíbulo popular en el que las mujeres alquilaban cuarto por día. Se paseaba totalmente desnuda por el patio central cuando no le caían clientes a su cuarto. Algunos en lugar de sentirse atraídos pensaban que estaba loca. A las mujeres no les gustaba que se exhibiera y regaba la bola de que tenía sida.

La Diabla solía alquilar el cuarto número 21, porque decía que ese era su número de la suerte. La conocí porque llegó como clienta cuando yo trabajaba como procurador en un bufete de abogados. Tenía problemas con su documento de identidad, en el que habían puesto mal su nombre. Victoria era su nombre real, pero vos me podés decir Diabla, me dijo. Hablaba mucho y contaba toda su vida si no la interrumpían y era amena para contarla.

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