Prologo.

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Juliette estaba sentada en el balcón de su habitación, viendo los extensos campos verdes que estaban ante ella, se podía decir que lo tenía todo, sus padres le daban lo que se le antojaba, tenía amigos, y contaba con un novio, que ante los ojos de todos la hacía feliz, sin embargo ahora absorta en sus pensamientos se daba cuenta de que su vida estaba carente de emoción y que ella particularmente se sentía vacía, repasando todos y cada uno de los aspectos de su vida se sorprendió así misma descubriendo que nada la hacía del todo feliz, sus padres la amaban, y estaban con ella, su atención jamás le hizo falta aun con diecinueve años era su princesa, sus amigos, aunque los apreciaba consideraba que en la única que podía confiar era en Cassandra, estaba del todo segura que los demás solo se acercaban a ella por su dinero y posición, a pesar de que aquellos tenían el mismo e incluso mas, en cuanto a Alec, su “novio” si es que podía llamársele de esa manera, no se sentía amada, llevaban nueve meses juntos, y cada momento que hubieran vivido para Juliette no tenían significado, en la universidad, frente a sus padres y sus amistades ellos eran la pareja perfecta, pero al momento de estar solos, todo cambiaba, Alec era despectivo, manipulador y materialista, esas cualidades distaban totalmente de todo lo que ella había imaginado para su hombre “ideal”, por que seguía con él, justo eso se preguntaba cada noche, y nunca llegaba a una respuesta coherente, o bien formada que diera por cerrada todas sus dudas. Se carcomía las neuronas, en busca de una idea, o una señal divina que le indicara el principio de su felicidad.

Angustiada y con un dolor de cabeza naciente se puso de pie sacudió sus pantalones y se dirigió adentro de la habitación, dispuesta a olvidarse de todo, leyendo, se paro en frente del buro, y empezó a ojear algunos de los ejemplares con los que contaba, para darse cuenta de que ya había leído absolutamente todos.

Pensó que más tarde debería salir a ver si encontraba algo nuevo y que llamara su atención, al final se decidió por un pequeño libro de no más de doscientas páginas “El Perfume” que se encontraba todo rayado en los bordes por las anotaciones que ella misma ya hace un tiempo había hecho.

Una pequeña frase del libro se encontraba subrayada, “Por primera vez en su vida, Grenouille se dio cuenta de que no tenía un olor propio. Se dio cuenta de que siempre había sido nadie para todos. Lo que ahora sentía, era el temer su propio olvido. Era como si no existiera.” Juliette, no evito sentirse identificada, muy en el fondo era así como se sentía, nada y siendo a pesar de todo nadie, y se le ocurrió que tal vez tenía que hacer unos cuantos cambios, con una sonrisa en el rostro continuo su lectura y paso por su mente que, el elegir ese pequeño libro, y encontrar la cita subrayada era su señal de un cambio para encontrar un propósito, y sentirse llena, sentirse completa.

Conociendo el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora