Del otro lado del pueblo a varios kilómetros de allí, en la gran librería de una mansión se encontraba un hombre sentando en un sillón enorme.
Fumaba un cigarro el cual sostenía entre sus dedos anular y medio.
Sonreía de manera maliciosa como si recordara algo mientras el humo se expandía cerca de su rostro. Un halo de maldad se podía sentir.
De pronto algo irrumpe su tranquilidad, dos hombres entran a aquel lugar.
Ambos llegaron avanzando rápidamente mientras se hincaban frente al sillón. Uno de ellos habló con algo de temor.
-Señor, al parecer... No pudieron matar al desertor.
-Cuando llegamos al lugar todos habían muerto, solo estaban sus vestimentas y había rastros de sangre.
Mencionó el otro mientras ambos continuaban con el rostro mirando al suelo. Ambos sabían que las malas noticias enfadaban en gran manera a aquel hombre. El cual apagó su cigarro en una especie de cenicero de cobre que reposaba en el brazo izquierdo del sillón mientras movía su cabeza hacia arriba y hacia abajo varias veces hasta detenerse.
-¿Se escapó?Susurró mientras levantaba su rostro, abrió sus ojos completamente fijando su mirada en ambos. Aquellos ojos penetrantes y crueles parecían taladrar en ellos. El ambiente de aquella habitación se volvió muy silencioso.
Se puso de pie, aquel hombre media casi dos metros. Sonrió de nuevo e incluso empezó a reír a carcajadas fuertemente retumbando su risa entre los libros de aquel lugar volviéndolo un lugar mucho más fúnebre.
-Ustedes, tienen agallas al traerme estas noticias.
Tenía un traje elegante de color negro, se acercó a ambos mientras tomaba con su diestra una revolver bañado en oro que estaba sobre una especie de escritorio cerca de una vela que iluminaba de manera tenue. El brillo del arma relucía en medio de la oscuridad y apuntando de repente disparó un par de veces a uno de ellos el cual estaba a su izquierda.
El grito de dolor del subordinado rompía el silencio al sentir las balas de plata penetrar en su cuerpo mientras caía al suelo retorciéndose.
La sangre empezaba a fluir desde su hombro y del costado de su abdomen.
-Se...Señor Darius, lo... Lo siento mucho.
El otro sujeto se quedó inmóvil al escuchar todo lo que sucedía sin poder decir o hacer algo al respecto más que seguir con la mirada en el suelo.
Levantó nuevamente su arma apuntando al pecho de aquel hombre que estaba herido en el suelo el cual levantaba de manera inútil sus manos tratando de cubrirse. Dos disparos más se escucharon y un disparo final, la última bala de plata se clavó justo en el corazón.
En vano trató de reaccionar de alguna manera. Se arrastró medio metro y solo pudo escucharse un sonido vacío de sus labios antes de morir, el suelo quedó manchado debido a la sangre que brotaba del cuerpo, su compañero seguía sin moverse siendo un testigo silencioso de aquel asesinato.
-Algo tan simple como esto... ¿Acaso es tan difícil?
Bajó lentamente el arma mientras miraba al otro sujeto, caminó nuevamente hasta su sillón dejando el arma sobre su escritorio. Volteó un instante mientras tomaba otro cigarro, lo colocó en sus labios tomando la vela para usar el fuego de esta y encenderlo. Sus ojos podían apreciarse, tenían un color amarillo los cuales lentamente volvían a la normalidad hasta volverse de color negro.
Poco a poco la habitación se llenaba de humo, el mismo que se disipaba debido al viento que ingresaba por una de las ventanas que estaba abierta a medias. Aquel hombre se sentó nuevamente en su sillón.

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Memorias de un Lobo
WerewolfAsh, es un hombre lobo desertor de su clan. No porque él así lo haya querido sino más bien por las circunstancias y las decisiones que él tomó. Está lidiando con el peso de su pasado y los asesinos que lo persiguen para matarlo. Su vida, su cabeza...