Recuerdo aquellos días de mi vida que se paseaban secuencialmente sin emoción alguna, me convertí en un autómata que estaba atrapado en la rutina de creer que todo sería mejor en el mañana, para mí no existía nadie que convirtiera el agua en vino. No había motivo alguno para mirar al cielo y obtener una sonrisa en mi rostro, el gris se había convertido en mi color dominante, para ser honesto ella llegó en un momento de mi vida en el que había olvidado el significado de muchas cosas, el amor principalmente. El pesimismo se había convertido en mi fiel compañía, había olvidado lo que significaba un abrazo, un beso, una caricia. Solo quedaban los restos de alguien que en algún momento de su vida pudo experimentar el amor. Deseaba ser salvado deseaba sentirme comprendido, deseaba muchas cosas, sin darme cuenta, la estaba deseando a ella.
La conocí por casualidad de la vida, hechos confusos, momentos indicados, ella vino a mi o yo fui a ella ¿Cuál es la diferencia?, aún recuerdo nuestra primera mirada, ella estaba con su mejor amiga mientras yo aún pensaba en la mujer equivocada. El tiempo pasó mientras intercambiábamos palabras, las risas y los momentos inesperados empezaron a escribir esta pequeña historia.
Conocerla siempre me causó gran intriga, su personalidad encerraba un gran misterio que escondía perfectamente bajo su ropa negra. Disfrutaba mucho mientras empezaba a conocerla poco a poco, mi cuerpo producía pequeñas dosis de adrenalina conforme a cada mensaje que intercambiábamos durante horas en la madrugada.
Inefable, palabra que queda corta si de describirla hiciera el escaso intento, un ser de mirar tenue de brillante sonrisa y con la suficiente determinación para profesar la más exquisita libertad en cada paso que daba en su vida. Fuego, arte y un toque de dramatismo encerrados en una mujer que al poco tiempo de conocerla pudo hechizarme lo suficiente como para hacerme sentir un esclavo de su ser, de sus caprichos, de su esencia, ¿Cómo no iba a interesarme en ella? Se había tomado el trabajo de conocer cada rincón de mi ser, sin importar nada ella estuvo para mí sosteniendo mi frágil existencia cuando las 4 paredes que sostenían mi vida se iban abajo.
Un día me desperté queriendo arriesgarlo todo, ya nada me importaba. Hoy quiero verla, dije. Busqué ayuda, me dejé llevar, improvisando la fortuna estaba de mi lado, los árboles y el sol de aquella mañana fueron los únicos testigos. Sostener mi mirada se hacía cada vez más complicado. Se paralizó el tiempo estando frente a frente, fue un lapso en el que la brisa acariciaba su cabello, ya era tarde, perdí el control de mi mirada, mis ojos eran de ella, solo ella me importaba. Pude sentirla, pude comprenderla. Mientras mis ojos se cerraban y sus labios se juntaban con los míos pude haber muerto en ese preciso instante y estando en el infierno caminaría con paso desafiante mientras con plena seguridad les presumiría a los demonios que sé cómo es el cielo aún sin haber puesto un solo pie allí.
Cuando quise darme cuenta ya era tarde, fue sentir dos almas conectadas, ella se había convertido en una necesidad para mí, intentaré describirlo, ella quizás estaba lo suficientemente loca como para saltar de un puente solo por diversión y yo sin duda alguna estaba lo suficientemente enamorado como para saltar atrás de ella sin pensarlo. Bailé al son de su risa mientras una vez más me perdía en su mirada. ¿Le entregué mi alma o ella me la arrebató?, no lo recuerdo bien.
Disfruté cada palabra que intercambiábamos, disfruté los miles de tonterías que llegué a hacer por ella, disfruté ser sumiso de su ser mientras sabía que ella era la dama que jugaba conmigo, disfruté soñar una vida en la que me pudiera despertar viéndola cada mañana, disfruté sentir esa mirada inexpresiva y lo débil que fui ante el color negro de sus ojos.
Me fui infiltrando en su vida, en sus pensamientos, en sus estados de ánimo, logré escalar por el muro de secretos que guardaba con recelo, mi oído fue testigo de sus sueños, de sus deseos, de las veces que maldecía su existencia, de la pasión por la que hablaba del arte, de su forma de ver el universo. Sin darme cuenta me contagié, cuando quise darme cuenta ya su esencia vivía en mí, porque para ser sincero cada vez que escribo puedo recordarla, incluso puedo recordarla cada vez que me miro en un espejo, solo basta con hacer un leve enfoque en mis ojos y será muy notorio que en mi aún vive su mirada.
Su esencia empezaba a germinar en mí, su forma de ver la vida, su forma de mirar el cielo y apreciar la luna, su excéntrico gusto por los cigarrillos y el color negro, su forma de cuidarme como si fuera un niño pequeño, te negué muchas veces, ignoré lo que sentía mientras escuchaba tu nombre, se volvía inevitable, siguiendo el son de mis latidos puedo aseverar que llegué a sentir amor cuando su respiración y la mía fueron una sola.
Mientras pude abrazarla pude comprenderlo todo y me era escaso creer que algo que parecía un sueño fuera tan verdadero, encontré razones, encontré explicaciones, ella estaba rota, ella estaba vacía, podía sentirlo, podía notarlo, podía sentir sus pedazos intentando ser juntados, sus brazos estaban abiertos para mí al igual que su alma desgarrada, ella sufre en alguna parte, en algún lado de su ser le dolía lo suficiente como para no abrirse jamás, ella también pedía a gritos ser salvada, ella quería sentirse amada.
Era algo inevitable, cuando quise darme cuenta ya me había enamorado de ella, aún después de negarlo, aun sabiendo que me moría por ella, siempre supe que era algo no correspondido, no era el tiempo, no era el lugar, pero a pesar de cualquier cosa, en mi mente siempre viven los momentos en los que la necesité y ella estuvo para mí, su apoyo fue incondicional. De perder ahora mismo la cordura así la recordaré.
Me deja perplejo el solo hecho de pensar en lo mucho que ella me conoce, muy irónica es la vida, ahora que viajamos en distintos vagones del mismo tren. ¿Cómo olvidarte?, confieso que gracias a ti pude aceptar muchos de mis complejos. Fuiste mi calma, mi paz y muchas veces mi guía, estuviste en las noches en las que mi propia existencia maldecía. Eres mi orgullo, un pilar que siempre me había soportado, y aunque siento que el tiempo pasa y pasa y cada vez la veo más lejos, podré recordarla mientras estemos bajo el mismo cielo.
Espero que jamás se apague la luz que ilumina tu mirada, que jamás se apague el fuego que despides mientras hablas y aunque creas que te he olvidado, te recuerdo cada vez que escribo. Quiero que sepas que una parte de tu esencia siempre me acompaña, era obvio, eres quien inspira estas palabras.
En sus momentos espontáneos quizás alegre, la noche era su hora favorita, negro su color predilecto y probablemente era yo, el simple mortal con el que ella disfrutaba jugar a estar enamorada.
-Inefable
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Inefable, la historia jamás contada
PoetryDías grises, una rutina arraigada, llegó ella, puso todo de cabeza.