I

7 1 0
                                    

Dolía.
Recuerdo que dolía.

Se abría paso por mi garganta, desgarrando cada una de mis cuerdas vocales, luchando por salir. Avanzaba, cada vez más rápido, a punto de ahogarme. Llegaba desde lo más hondo de mi ser, arrasando con todo a su paso, hasta chocarse con mis labios cerrados.

Quemaba.
Las palabras retenidas en contra de su voluntad y de la mía propia, me quemaban.

Y el saber que no debían ser pronunciadas las enrabietaba aún más, haciéndolas correr sobre mi lengua, golpeando mi paladar. Enloquecían al pensar que aquella era la única oportunidad que tenían de ser escuchadas. Y, en vez de ello, exhalé un suspiro sobre tu cuello desnudo. El último suspiro. Silencioso como un murmullo, como la palabra tabú que no se debe pronunciar. Como un secreto a voces. Como una muñeca sin nombre.

De algún modo lo sabías. Tus brazos me apretaron con más fuerza. Tus ojos, antes de acabar la cuenta atrás, me respondieron

yo

también.

Poco después, el nudo de la garganta echó a llorar.

Te quiero. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora