Parte única.

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Era nuevo. Mi primer día de instituto en aquella ciudad, conociendo a gente nueva y formando una vida nueva.

Si no te hubiera conocido todo podría haber salido bien.

Te conocí de la manera más absurda que se me ocurre. Solo me ofreciste un cigarrillo en la entrada. Bastó un segundo, un maldito segundo, para que me cambiaras el rumbo.

Nunca había fumado. Lo hice para impresionarte. Pensé que así ganaría un amigo.

Y luego llegó ese chico, Tweek. Él me advirtió de lo peligroso que era pasar demasiado tiempo contigo. No le creí. En parte me arrepiento, pero por otro lado me alegro.

Nos veíamos todos los días a la salida para fumar. Con el tiempo empezamos a sentarnos juntos en clase, a almorzar juntos.

Me acuerdo de ese día en especial.

Tweek me había pedido salir. No me atraía en absoluto, pero acepté. Sabía de buena mano que podría pasar algo malo si le rechazaba.

Horas después de invitaste a ir a tu "humilde morada" a "probar cosas nuevas". Tweek me había dicho que tuvieramos una cita y le dije que tenía que estudiar. Todo para estar contigo.

Fui a tu casa. Estaba hecha una ruina y no había nadie, cómo me habías avisado en la salida.

"Ven" me dijiste. "He traído algo que te va a gustar".

Ni siquiera recuerdo que bebí y que fumé esa tarde. Recuerdo el humo, las risas y las cosas estúpidas que me decías.

Recuerdo el detonante. La llama que encendió la mecha de mi corazón.

Me preguntaste si te besaría. Si quería tener algo, cualquier cosa contigo. Y yo como idiota que soy te dije que sí a todo.

Lo siguiente que recuerdo es tus labios contra los míos. El sabor del tabaco y el alcohol impregnándose en mi alma. Tus manos enredándose en mi cabello. Tú, yo, la Luna de testigo. La ropa tirada por el suelo.

Estaba haciendo las cosas mal. Tweek no sabía nada. Yo perdía el control. Tú solo sonreías y me arrastrabas al pecado con tus suaves y pálidas manos y tu sonrisa de ángel.

Tú día y yo noche. Ángel y Demonio.

Lo peor era que, poco a poco, estaba comenzando a disfrutar de ese "lo que sea" que teníamos.

La siguiente explosión se hizo de rogar.

Fue cuando viniste a hacer un trabajo a mi casa. Estaban mis padres, te pidieron que te quedaras a cenar por cortesía. Porque ellos en realidad sabían que eras el tipo de chico que siempre me habían advertido que no fuera.

Me preguntaron que eras de mí. Amigo, conocido, lo que fuese. Solo querían asegurarse de que no era demasiado tarde para separarnos y evitar un fatídico destino.

Sonreíste, me besaste y dijiste "somos novios".

Cuando Tweek decía en público "somos novios" sonaba a puro ruido. Pero esas mismas palabras salidas de tus labios eran arte.

Cuando esa noche te fuiste me cayó a bronca del siglo. No me importó. Sí, eras mala influencia, un idiota sin remedio. Nada de eso me había importado nunca por el simple hecho de que eras la primera persona que me entendía a la perfección.

Me escribiste. Me dijiste que si quería volver verdad lo que habías dicho horas atrás.
Volví a decirte que sí.

Un secreto entre nosotros. Nadie descubrió que, cuando besaba a Tweek en público, solo pensaba en cuanto deseaba tenerte entre mis brazos de nuevo.

Todo estaba yendo tan bien.

Hasta que tú y tu hermana llegasteis a mi casa a las tres de la mañana, tú lleno de golpes y ella llorando, temblando, pero sin soltarte.

"Estoy harto de esta mierda" me dijiste mientras me abrazabas y llorabas. Era la primera vez que te veía llorar.

Ahí fue cuando me enteré de todo. Mientras curaba tus heridas me contabas tu historia. Del cómo tu padre se emborrachaba todos los días, de cómo al intentar proteger a Karen acababas lleno de golpes.

"Escapemos" solté sin pensar. Las palabras empezaron a salir solas de mi boca, "si me quieres, si quieres cuidar a tu hermana, escapemos. A donde sea. Tengo dinero para sobrevivir una temporada. Buscaré trabajo y pagaré el alquiler de algún piso y viviremos ahí. Lo que sea. Lo único que quiero es que no vuelvas a sufrir".

Horas después estabámos en el coche de mi padre rumbo a cualquier lugar, lejos de toda esa mierda.

Sí, eras una mala influencia.
Sí, eras un idiota.
Sí, cambiaste mi vida.

Y no, no me arrepiento de estar contigo. Ni un poco.

Porque ahora y siempre, eres la luz de mi vida.

Mala Influencia;; crennyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora