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Recuerdo ese día como si fuera hoy, es más, como si yo lo hubiese vivido...

Ese día, fue el día que perdí a Alex, desde ese día mi mundo se vino abajo, juré no volver a mar a nadie, era peligrosa, tal vez de mala suerte, si tan solo le hubiese dicho que lo acompañaba, o que no tomara el vuelo, él seguiría aquí...

Estaba sentada en el gran sillón que cubría parte de la extravagante sala de mi casa, un sillón muy anticuado para lo lujoso que era mi hogar, a Alex le encantaban las cosas costosas y elegantes, cada persona que entra se da cuenta que fui yo la que escogió ese sillón, pues eran gustos muy de otro estilo para lo que Alex tenía en mente, pero era cómodo, y eso era lo que a mí me importaba.

No pasé mucho tiempo recostada en el sillón pues unas voces empezaron a provenir de lo que yo creí que era la antigua habitación de mi difunto esposo, a medida que me fui acercando se fueron intensificando dichas voces, sentía un gran dolor de cabeza y mareos constantes que me dificultaban subir las grandes escaleras de caracol que se dirigía a la gran habitación principal, cuando crucé el gran marco de la puerta mi cabeza me aturdía puesto que las voces ya eran más como gritos y sollozos, pedían auxilio

Me desplomé en el suelo, no aguantaba más, el dolor era más grande que yo, desde el suelo vi borrosamente una silueta, se me hacía familiar, extrañamente pude reconocer quien era.

-A...Alex- Dije con la poca fuerza de voz que me quedaba, no se veía nada pero sentí como la silueta posaba en sus labios una dulce sonrisa.

Subí mi mirada atónita de que enserio le estuviese hablando a mi difunto esposo, dudas pasaban por mi mente, no podía ser, él estaba muerto, la extraña figura que decía ser Alex me sacó de mis pensamientos, se acercaba a mí, no pasó mucho hasta que quedamos e una posición considerablemente cerca, tanto que le pude ver el rostro, y como me arrepiento de eso.

Un grito de terror salió de mis labios al ver aquel rostro, estaba quemado, golpeado y cortado se hacía casi irreconocible, me miraba con una gran sonrisa parecía estar desquiciado, pero... ¿cómo? antes de poder salir corriendo la sangre de mi cabeza comenzó a chorrear y pude ver como todo poco a poco iba dejando de tener forma y color, sin pensarlo, me desmayé

Efectivamente, esa persona que decía ser mi esposo me había golpeado, casi tan fuerte para matarme.

CatástrofeWhere stories live. Discover now