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CHAPTER FORTY-ONE LONDON BRIDGE IS FALLING DOWN
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LAS CALLES DE LONDRES siempre estaban concurridas. Todos sabían eso. Era una ciudad enorme, y era la capital del país. Cada minuto del día al menos había parejas de zapatos golpeando el pavimento. Al mediodía, las calles cercanas a los lugares turísticos siempre estaban repletas, sin importar el clima o la época del año.
A fines de julio, los turistas llegaron apresurados, encajando en las brechas entre los empresarios y los que vivían en la ciudad. Todos parecían adorar el Támesis, lo que Briar nunca entendió, porque era solo un río que solía contener las aguas residuales de toda la ciudad. Pero a los turistas les gustaba, lo cual era suficiente para que otro grupo de ciudadanos se congregara con deleite.
(Ciudadanos. Briar no los llamaría ciudadanos. Ella no usaría ninguna palabra sinónimo de humano para describirlos. Eran monstruos extremistas.)
Briar había reclamado uno de los bancos. Los rizos rubios cayeron en su rostro, la brisa de finales de julio fue la razón detrás de su chaqueta de imitación de cuero rojo, pero el sol de finales de julio era la razón detrás de sus gafas de sol. Tenía las uñas pintadas, una señal de que había pasado demasiadas noches despierta e inquieta, después de despertarse de una pesadilla, y sus dedos se curvaban alrededor de un pequeño trozo de pergamino.
ASUNTO: EL PUENTE DE BROCKDALE ESTÁ CAYENDO.
Briar,
Sería imprudente detener la situación. Los mortífagos sospecharán de la Orden si detenemos todos sus ataques sorpresa. NO INTENTES PARARLO.
Las lágrimas se adhirieron primero a sus pestañas cuando lo leyó por primera vez. Se había dicho en una reunión de la Orden, mientras Briar se sentaba sola y declaraba que había estado manteniendo un registro de todos los ataques y reuniones futuras de los mortífagos. Pero Moody les aconsejó que no actuaran en consecuencia.
Briar había estado sola, Laurel y Remus estaban en casa, doliéndose por caminos separados, mientras Livvy llevaba a Teddy al parque más cercano, por lo que no había tenido a nadie que la respaldara. Nunca antes había estado sola, siempre tenía a alguien de su lado, ya fuera un poltergeist o estudiantes anarquistas o sus mejores amigos, pero nunca había estado sola. Pero lo estaba. Y un general no podría funcionar sin sus soldados.
Ella había ignorado la declaración al principio. Por lo tanto, Briar y Moody habían estallado en una gran discusión que se extinguió en el instante en que apareció Dumbledore. Moody le había dicho que era un milagro que la dejaran involucrarse. Briar le dijo que todos eran cobardes por no salvar tantas vidas inocentes como fuera posible. Dumbledore explicó por qué no podían — que en opinión de ella era una mierda — y Moody garabateó un resumen de su explicación, empujándola hacia Briar y diciéndole: "No camines ahora cómo si no hubieras escuchado nada. No tienes excusa. Si actúas en contra de esas visiones, traicionas a la Orden."
