Una victoria incompleta

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-¡Padre...! ¿Se... acabó...?

-Por fin. Ningún rey gobierna para siempre, hijo mío.

-Solo veo... oscuridad... ante mi...

...

-Ahora, abandonad este lugar... Y no volváis nunca -exigió la potente y a la vez lúgubre voz del nuevo Rey Exánime, Bolvar Fordragón, mientras el hielo del trono envolvía su figura.

Tras tan larga y tortuosa batalla, en la que casi conocieron la derrota a manos de Arthas, los héroes de Azeroth que habían acudido a tan difícil misión ya no se sientían con fuerzas. No para ignorar la invitación de abandonar el frío paraje en el que combatieron por sus vidas. Estaban cansados, abatidos pese a la victoria, y confundidos en demasía con todo lo acontecido. Necesitaban su bien merecido descanso para saborear el triunfo contra las fuerzas del mal que una vez amenazaron su mundo.

El único que no tenía ánimo de marchar era el Alto Señor Tirion Vadin.

No estaba cómodo con la decisión de Bolvar; él mismo estuvo dispuesto a sacrificarse. Sin embargo, al final, otro tomó su lugar. Aún sentía el poder de la Luz recorriendo su cuerpo, de cuando ésta lo había bendecido con gran fuerza para que se liberara de las ataduras con las que su enemigo, el Rey Exánime, lo sometió durante la batalla. Y las últimas palabras de éste todavía resonaban en la cabeza. No las de la entidad del propio Señor de los Muertos, si no las de Arthas, la persona cuyo cadáver yacía a pocos pasos de él.

Contempló el cuerpo del antaño joven príncipe, que sirvió como paladín de la Orden de la Mano de Plata en su tiempo. "Solo veo oscuridad ante mi", le confesó al espíritu de su padre antes de que la vida se le escapara por fin. ¿Descansaría en paz? Tirion dudaba que así fuese. Imaginaba que lo esperaría un infierno de tormento eterno reservado exclusivamente para él. Siempre lo había tomado como su enemigo, y luchó en su contra con fiereza por la Luz y la supervivencia de Azeroth. Juró que lo vería morir. Pero ahora, al observar su cuerpo sin vida, el rostro envejecido de forma prematura del antiguo príncipe de Lordaeron, sentía que no contemplaba al villano contra el que había luchado. Al contrario; era una víctima más, otra alma que el Rey Exánime se cobraba a través de la Agonía de Escarcha. Finalmente, tomó una decisión.

El veterano paladín agarró la empuñadura de la poderosa Crematoria con ambas manos, se dirigió con decisión al cuerpo del antaño príncipe de Lordaeron y clavó el arma en el torso de Arthas, atravesando fácilmente su armadura en el proceso hasta hundirse en el terreno helado bajo el cadáver, que empezó lentamente a cubrirse con la sangre de la reciente herida. Cerró los ojos, concentrándose al máximo, dejándose llevar por lo que creía correcto, sintiendo como todo su ser ardía por el poder y el esfuerzo que requería lo que estaba apunto de hacer.

-Una vez más... una última vez... -Las palabras de Tirion apenas eran audibles para quienes le rodeaban. Pero no se dirigía a ellos -. Una última esperanza...

Para sorpresa de todos los presentes, la figura del Alto Señor empezó a emitir un brillo intenso que cegó momentáneamente a todo aquel que mirase directamente al paladín. Poco a poco, ese potente resplandor abandonó a Tirion para desplazar su intenso fulgor a la espada que sostenía. Era ahora la Crematoria quien brillaba sobre el difunto Arthas, clavándolo aún en el suelo.

Tirion se notó desfallecer, sus piernas flaquearon y cayó de rodillas al suelo. Escuchó a alguien gritar su nombre, pero hizo caso omiso. "Solo un poco más..." pensaba. Era su decisión, lo percibía así, y ese poderoso sentimiento lo había llevado hasta ese punto.

El resplandor de Crematoria dejó de intensificarse. De hecho, menguaba ahora segundo a segundo. A medida que la legendaria arma del paladín dejaba de brillar, también dejaba de existir, desapareciendo, hasta el punto en que de repente Vadín se encontró sujetando el aire. Enormemente debilitado por el proceso, miró al hombre que fue su enemigo. Arthas tenía una gran herida en el pecho, donde la espada lo atravesó, y sin embargo ya empezaba a cicatrizar. Cuando se disponía a observar el rostro del príncipe, sus fuerzas acabaron por agotarse del todo, y cayó a un lado, junto a quien hace poco había combatido hasta la muerte. La vida se le escapaba... pero en el fondo de su ser, sabía que había obrado con rectitud.

-Lleváoslo... Arthas... Sacadlo de... -logró murmurar el gran Alto Señor Tirion Vadin, antiguo Caballero de la Mano de Plata y líder de la Cruzada Argéntea. Fueron esas las últimas palabras del, posiblemente, mayor paladín de todo Azeroth.

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⏰ Last updated: May 21, 2018 ⏰

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