Parte Única

63 12 5
                                    

Antes de que empieze a amanecer
Y vuelvas a tu vida habitual
Debes comprender que entre los dos
Todo ha sido puro y natural

-Yuri...

-Mnh~, Viktor... Por favor... Ya~...

Piel lisa y blanca, sus botones rosados, su moderada pero preciosa erección, sus pequeñas curvas y su delicado rostro lo habían invitado a dejar la comodidad de la mesa en el comedor para saciar su más grande apetito no digestivo.

Yuri Plisetsky era una pequeña joya que Viktor Nikiforov había visto en la escuela, y más de tres veces lo confundió con una chica con el paso de los meses pero una invitación a ver un partido de fútbol americano había cambiado todo. Resultaba que la bonita chica tenía un lindo pene entre sus piernas.

[...]

-¡Lo siento mucho! Realmente pensé que eras una chica, ha pasado mucho de eso -se disculpó el platinado con ojos bien abiertos y cabello desmoroñado por el casco retirado bruscamente.

Si hubiese sabido de antemano que aquella hada de ojos verdes era un varón, no le hubiese lanzado un beso desde el centro del parque antes de anotar el touchdown que ganó la temporada pasada.

-Está bien, viejo. No es como si yo andara con un letrero que diga que tengo un pito -refunfuñó el más joven-. A-además, tú mismo lo has dicho, ya va mucho tiempo -se ruborizó.

-Igual, eres muy lindo -Yuri recalcó algo mentalmente desde ése día; Viktor era muy directo.

Por eso se había enamorado.

Por eso había ido a su casa aquella noche.

Por eso se había dejado amar.

Por eso... se volvió locura.

Tú, loca manía, has sido mía sólo una vez
Dulce ironía, fuego de noche, nieve de día

[...]

-¡Vitya!

-Yuri... Por favor -lloraba el platinado, mirando cuando el rubio trataba con todas sus fuerzas zafarse de los brazos de aquellos hombres.

Encontrarlo desmayado en el suelo de la casa no había sido lo peor, sino hallar el pequeño frasco amarillo y varias píldoras en el suelo, unas ya hechas polvillo sobre la mesa, y un rastro de ello en la cara de su ángel.

Justo en su naríz, y un billete enrrollado en la mano.

-¡Vitya, no me dejes! ¡Maldito anciano! -la poca constitución física de Yuri no dejaba mucho que forcejear para los otros dos, uno de ellos luchando para ponerle la camisa de restricción.

Muchas veces Viktor trató de no tocar a Yuri luego de aquella noche. No era que le diera asco, él gustaba de Yuri, de su hermoso gatito. El problema distaba en la diferencia de edad. Se había dejado llevar por las melosas palabras y hermoso cuerpo de su pequeño tigre, sus relucientes ojos turquesa brillando con el deseo de ser poseído y de poseer, fue algo de lo que Viktor creyó, siempre sería preso.

Una cosa que aprendió Viktor sobre Yuri era que mientras más paciencia le pedía, más presuroso en cuestión era el rubio. Hasta los dieciocho, le rogó, pues ya él iba para la universidad, y Yuri apenas era freshman del recinto.

Loca ManíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora