Me aferro al muro con toda mi fuerza restante, casi como si mi vida dependiese de ello. ¡y así es! Bueno, no exactamente ¡mi orgullo depende de eso! No lo puedo creer ¿cómo fue que se lo permití? Argh. MALDITA MALAGRADECIDA. Todavía que la deje ir...
Furiosa termino de trepar el muro y me pongo de pie —no me daré por vencida—. Me agacho justo a tiempo para esquivar su golpe provocando que, solo por unos segundos, ella pierda el equilibrio. Aprovecho esa pequeña distracción para atacar. Le golpeo en la corva (parte de atrás de las rodillas) haciéndola caer de frente al suelo y la obligo a levantarse torciendo su brazo lo mas que puedo por detrás, sin llegar a romperlo, le doy la vuelta y, sin darle tiempo a reaccionar, le pateo el estomago lo mas fuerte que mi energía me permite, lanzándola lejos de mi. Muy lejos, demasiado... veinte metros por debajo exactamente. Me acerco a la orilla para confirmar su caída, y la veo. Esta ahí, derrotada en el fondo, hundida entre varios cubos de espuma. Justo donde ella esperaba verme a mi ¡a mi! a Jade Lindsey Ross —pues adivina que Bright ¡TE GANE! como siempre—. Me levanto y me dirijo a los demás.
—¿Qué me ven idiotas?
Todos vuelven a sus actividades y yo me dedico a buscar entre la multitud ¿dónde demonios se metió?
—¿Estas bien? —escucho una voz masculina a lo lejos, rompiendo el silencio general. No tardo en reconocerla, pero no logro localizar a su dueño.
—Si. —escucho una segunda voz, esta vez femenina. Bright. Ya se de donde provienen las voces.
Asomo mi cabeza por el borde para encontrarme —tal y como lo imagine— con Rex (mi primo) junto a su nueva conquista de este año. La esta ayudando a salir del hoyo de espuma.
—No entiendo como ella no puede aceptar una derrota. —¡¿DERROTA?! ¿Cuál derrota estúpida? Aquí la que no sabe aceptar derrotas es otra.
—Yo tampoco. —responde Rex— Entre nosotros creo que tiene algunos problemas de ira —añade en un fingido susurro.
NO LO PUEDO CREER, no lleva aquí ni siquiera una semana completa y osa criticarme. ¡Argh! Ni siquiera sabe lo que pasó. Intento tranquilizarme y por fin dirijo mi atención a Terrence, que lleva detrás de mi unos pocos segundos.
—¡Ves lo que causas! — le ladro furiosa. Claramente no logré calmarme.
—¡¿Qué?! —me espeta confundido.— ¡Le ganaste!
Ignorando su comentario me dirijo a la salida. Él me sigue.
Amo a Terrence y estoy muy segura que el a mi, pero aveces eso puede llegar a ser verdaderamente tedioso, mas aún teniendo que soportar su personalidad. Él es tan bondadoso; es dulce, cariñoso, muy generoso y extremadamente piadoso. Nada que ver conmigo, casi podría decir que soy todo lo contrario a él, hay veces en las que incluso he llegado a pensar en que no lo merezco. Pero eso esta bien ¿no? —lo de ser lo contrario a él— Se supone que los opuestos se atraen, se complementan... Bueno, eso no importa. Como decía, este es uno de esos momentos en los que no lo soporto. Es que ¿como se le ocurre? ¡Él sabe perfectamente como es Bright!
Continuamos caminando en silencio hasta salir del edificio.
—No tengo idea de por que estas enojada, —por fin rompe el silencio— pero no es mi culpa ¿sabes?
No respondo. Claro que no es su culpa, es la mía. Por mucho que me cueste admitirlo, yo fui quien bajo la guardia, yo lo dejé distraerme. Aunque aún podría culparlo por sugerir tal estupidez, eso me pasa por hacerle caso. Casi me derrota ¡Bright casi me derrota! Aún no lo puedo creer.
—Te pudieron haber castigado... — Terrence interrumpe mis pensamientos, casi como si me pudiera leer la mente.
Castigar, al oír esa palabra me estremezco. Si, puede que de algún modo mi distrito sea uno de los mas privilegiados de todo panem, pero aquí no es el capitolio. Todavía existen los castigos, simplemente pensar en esa palabra o escucharla me hace perder la razón. Aún no he tenido experiencias personales, pero el tener de padre a un agente de la paz no me permite olvidar el concepto. No debes infringir ninguna ley; no robar, no matar, —aunque como aquí las peleas con heridas de gravedad son muy frecuentes, casi podría decirse que esa no aplica— y nunca, pero nunca puedes ir en contra del capitolio. Existen muchas mas, pero en este preciso momento no las recuerdo bien.
—No me pueden castigar —respondo inexpresiva.
—Oh, claro que pueden. —Y esto me hizo reaccionar— Jamas puedes ir...
—...en contra del capitolio. —le completo la frase— No es mi culpa que venga del capitolio.
—No, lo que si es tu culpa es su brazo roto y su cara demacrada.
— No le rompí el brazo, —me defiendo— solo se lo torcí. Y eso fue luego de que me atacara por segunda vez. —recalco— Ademas, ¿tu que sabes? ni siquiera estabas ahí al principio.
— Vi lo suficiente. —me giro para ignorarlo mejor— ¡Casi la matas!
— Ni de chiste. —me rió de su comentario. ¿Matarla? Ay aja, a esa chica ni el mismo demonio la mata.
— La moliste a golpes.
—No pensé que fuera tan débil. —respondo sarcásticamente— Además, ella comenzó —señalo mi labio roto como prueba, al igual que los demás golpes en mi rostro— Llego como un perro rabioso a atacarme.
— Por lo que vi, la que parecía perro rabioso eras tu.
— Por lo que viste...—le volteo los ojos. Al ver que no habla, continuo— La deje ir y me ataco ¡tu lo viste! —Oh no, una lagrima. No puedo permitirme llorar, no aquí ¡en ningún lugar!... Terrence es la única persona que me ha visto llorar, nunca he llorado frente a nadie más. Jamás lloro de tristeza, en realidad casi nunca lloro, en las pocas ocasiones en las que he llorado siempre ha sido de impotencia, el no poder. Es horrible llorar, considero que las lagrimas son un signo de debilidad y no puedo permitirme ser débil, ni siquiera con el. Seco la pequeña lagrima de mi ojo, esperando que el no lo haya notado, pero es demasiado tarde. El es demasiado observador y no tardó ni dos segundos en consolarme, por que es tan dulce, argh —Solo quiere provocarme— logro decir con un hilo de voz y mi boca pegada a su hombro
— Lo se —me separa un poco de él, para poder observar mi rostro— A lo que voy... —continua como si nada— No dejes que te afecte
— Crees que no lo intento —vuelvo a alterarme ¿pero qué demonios me pasa?
—No explotes —prosigue— No le hagas caso, ignórala
— Si la dejo los demás se aprovecharan
— Bien, simplemente intenta no matarla —se rinde— Ni a ella, ni a nadie.
— Como quieras.
— ¿Me lo prometes?
— No es justo...
— Nada es justo.
— Lo intentare.
Sin agregar palabra Terrence da la vuelta y vuelve dentro para concluir su entrenamiento. Yo me dirijo a casa.
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Los Sexagesimo Quintos Juegos del Hambre
Fanfiction[...] JADE LINDSAY ROSS, no lo olvides[...] Si, esa soy yo. Tributo femenino para los sexagésimos quintos juegos del hambre. ¿Como demonios pase de ser la mejor luchadora del distrito 2 a participar en este sangriento espectáculo? Bueno, supongo qu...