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-¡Crisalia, vuelve!-un hombre mayor llamó con desesperación a su hija menor, llevándose una gran sorpresa al leer la carta que había recibido por parte de un extraño hombre.

La niña, al oír el llamado repentino de su padre, se vió obligada a parar sus rápidos pasos y mirar hacía donde estaba su progenitor. Sus bellos orbes violeta se cristalizaron al darse cuenta de lo que la extraña carta significaba. Con desesperación, tomó impulso y corrió hacia la casa, dejando atrás a su pequeño amigo. Con agilidad logró saltar de un lado del camino al otro, ya que en este había un gran árbol impidiendo que las personas logren pasar. Su largo cabello iba y venía gracias a la ventisca de aquel nublado día.

-¡Padre!-gritó al llegar a la puerta trasera, abriendola y adentrándose a su hogar. Miró hacia todos lados, dándose cuenta que la carta estaba en el suelo.-N-No... ¡Papá, no!-tomó la carta y buscó desesperada por los pasillos, cayendo varias veces al suelo gracias a que su desesperación era gigantesca. Con lágrimas resbalando por sus mejillas, llegó a la gran puerta de madera que conducía a la habitación de su padre. Habitacion a la cual tenía prohibido entrar.

Su cuerpo temblaba y sus ojos cada vez soltaban más lagrimas. No quería que volviera a ocurrir. Ahora... volvería a permanecer encerrada cuatrocientos años más.

[Por favor... déjame ser libre.]

                      |■◇◇◇■|

-¿Habla usted en serio?-preguntó un albino, mirando el cristal que contenía un cuerpo dentro.

-Lo digo enserio, señor Sakamaki. Es un hada auténtica.-La voz temblorosa del hombre demostraba nerviosismo, cosa que no convencía del todo al Sakamaki progenitor. Sus ojos se entrecerraron, escudriñando al hombre frente suyo. Un hombre algo mayor, con barba canosa y ojos rasgados. Se veía frágil, y estaba muy nervioso.

-¿Cuál es el nombre de este ser?-preguntó el albino, sin quitar su amenazante mirada del señor.

-Crisalia.-dijo temeroso, apartando su mirada y dejándola en la chica encerrada dentro de la gran caja de cristal.

-Interesante... ¿Pertenecía a la familia Cristal? Si es así, tal vez pueda llevarmela.-susurró el Sakamaki, con curiosidad. El hombre frente suyo asintió rápidamente, deseando que de una vez por todas el Rey Vampiro abandone su tienda.

-S-Solo necesita un poco de magia para que despierte.-dijo el Hombre mayor, bajando su nerviosa mirada.

-¿Y qué espera para hacerla despertar?-la voz tranquila de Tougo lo consternó.

-No tengo magia, no puedo hacerlo.-aseguró el vendedor, en un susurro.

-¿Acaso ha perdido toda su magia, señor Hada?-Tougo observó como el sujeto comenzaba a temblar.

[Como supo que yo....]

-Vaya vejestorio, pensando que podría robarme.-La cabeza del hada rodó por la sala hasta chocar con el sillón de su tienda. La mano del Sakamaki estaba manchada de sangre. El dulce y embriagador aroma de las hadas le fascinaba. Y más tratándose de una hada de las familias más poderosas.

-Crisalia, ahora me perteneces.
-susurró, lamiendo su mano, extrañandose del sabor del hada que había asesinado.-Que asco. Esa hada era impura.

                     |■◇◇◇■|

Crisalia abrió sus ojos rapidamente. Su cabeza dolía, su pecho ardía y su garganta se encontraba seca. Odiaba sentirse así cuando despertaba de uno de los sueños más largos que había tenido. Su mente comenzó a repetir una y otra vez las escenas de ella y su padre en donde él la había dormido cuando trataba de escapar, o cuando la volvió a encerrar en ese cristal en el que casi toda su vida había estado atrapada. Era imperdonable, aún no se lo creía.

Mientras pensaba en qué decirle a su padre, se dio cuenta de que no se encontraba en su habitación ni en su casa. Miró hacia todas las direcciones, fijando su mirada en el gran ventanal frente a ella. Sonrió por inercia al ver a lo lejos una sombra entre los árboles, una presencia que la vigilaba. Con emoción, se levantó de la cama rápidamente, pero en segundos cayó al suelo.

-¿Qué?...-con desorientación, llevó su mirada a sus piernas, tragando en seco cuando se dio cuenta del gran sello que se encontraba en casi todo su cuerpo. Trató de levantarse, pero cuando estaba en pié, todo el sello comenzó a brillar y automáticamente la arrojó de nuevo al suelo. Le dolía, sentía que era aplastada por una gran roca. Con gran esfuerzo, trató de hacer la misma acción anterior, pero sólo logró hacerse más y más daño.

Sin rendirse, volvió a repetir la acción, llevándose así todo el suelo de la habitación hacia lo que parecía ser el primer piso del lugar. El suelo había colapsado, pero aún así Crisalia no podía liberarse del sello que le impedía levantarse. Totalmente agitada, cayó al suelo, completamente rendida.

Siete pares de ojos estaban sobre ella, algo desconcertados por la repentina aparición del hada sobre el primer piso. Yui, la ex novia de sacrificio de los Sakamaki la observó con detenimiento con sus gatunos orbes verdes.

[Así que... Ella es la novia de sacrificio]

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⏰ Última actualización: May 27, 2018 ⏰

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Déjame acariciarte |Laito Sakamaki| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora