#3 Blanco de tus bromas.

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Los días fueron transcurriendo, poco a poco mi vida fue volviendo a la normalidad, ya no había rumores dando vuelta acerca de la chica obsesionada con Erin.
Además Patricia no había vuelto a mirarme o a dirigirme la palabra y estaba feliz de no ser blanco de sus ataques.
Todo estaba tranquilo, había regresado a ser el punto invisible y eso en cierta forma me alegraba.

Me encontraba sentada en mi cama, otra vez pasaría el fin de semana en casa, mamá había viajado debido a que Jazmin, mi hermana mayor, había enfermado y al vivir sola en otra ciudad no tenía quien la cuide, por otro lado papá se encontraba muy ocupado con su trabajo.

Estaba a punto de dormir del aburrimiento cuando mi timbre sonó.

Quién será.

Para alguien como yo recibir visitas era raro. abrí la puerta y me encontré con un compañero de clases.

—Hola—me saludó emocionado— se que esto es raro, pero estuve horas golpeando en la casa de Erin— dijo señalando la casa de mi vecino— y necesito dejarle esto, me preguntaba si tú podrías dárselo, creo que es mejor ya que vives en diagonal— me sonrió.

—Yo...—realmente no sabía que decir, y aunque mi apariencia era la de alguien frío, y me encontraba desaliñada, estas cosas de agradar y de la primera impresión me preocupaban demasiado.

—Lo siento, mírame pidiendo favores y nisiquera me presente—

—Alex!—dije nerviosa, adelantando me a sus palabras, él me miraba confundido—lo siento— aclare mi garganta — eres Alex, te conozco—

Soy un bicho raro

—Es correcto— me sonrió— tu eres la pequeña Aline—

¿Pequeña? ¿que quiso decir con eso?

Si, esta bien, mi cuerpo era delgado y no era tan alta, pero mira que decirle pequeña a alguien con quien hablas por primera vez.

—Lo siento, yo solo quería ser amistoso— él noto mi incomodidad- debes pensar que soy un raro, mira que te parece si te invito un café o un helado a modo de pedir disculpas y depaso conocernos mejor?—

Abrí los ojos grandes, este chico me estaba invitando, hace veinte minutos que hablamos, me preguntaba que sucedia y por qué todo termino como terminó. Debía tomar una decisión.

aceptar o no aceptar.

—Esta bien— dije casi susurrando.

—¡Bien! pero me temo que ahora mismo estoy algo ocupado, pero ¿que te parece mañana?— me miró sonriendo.

—Esta bien— repetí mi dos patéticas y célebres palabras.

—Exelente Aline, entonces es un hecho, nos veremos en la plaza que está a unas calles de aquí, justo en frente...—se quedó pensando—la estatua del ángel con una sola ala, ¿sabes dónde?—

Por supuesto que sí sabía, todos los días que debía esperar el transporte para ir a la facultad veía ese angel, con una expresión de tristeza y una mano extendida al cielo, me imaginaba que él quería regresar, a donde pertenecía, que se encontraba en un lugar inapropiado, estaba sólo, por ello tenía tal expresión de tristeza en su rostro además mostraba su desesperación por alcanzar algo que nunca podría alcanzar.

Me sentía como aquel angel, imposibilitado, anhelando pertenecer y alcanzar algo tan lejano.

—Se donde es—le respondí.

—Perfecto, entonces Aline, toma ésto y entregaselo a Erin, por favor dáselo lo más antes posible—me había olvidado del paquete— nos veremos mañana— sonrió

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⏰ Última actualización: Jun 05, 2018 ⏰

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