Solo Cuando Llueve || Jamilton Modern Au [+18]

⇜Capítulo Único⇝

Jefferson tamborileaba sus dedos sobre su escritorio con nerviosismo y desesperación, cada cierto tiempo miraba el reloj esperando que el tiempo se desvaneciera de repente y fuera hora de volver a su hogar con su amado esposo, con el cual ya tenía tres años de casado.

Suspiró con decepción cuando vio que solamente habían pasado cinco minutos desde que lo miro la última vez, el tiempo siempre iba en su contra, ya que cuando deseaba tiempo para terminar de editar algún libro este se iba volando, pero cuando necesitaba que el tiempo pasara rápido este parecía estancado.

Trabajar en la editorial de alguien tan bueno como Washington tenía sus ventajas y desventajas, ser uno de los editores más importantes también las tenía.

El trabajo no era malo, al contrario, le pagaban tan bien que lo hacían sentir mal por procrastinar tanto y hacer algunos trabajos a último minuto, sin duda era el mejor trabajo en el que había estado, después de su trabajo en Francia. Tenía al mejor de los jefes, el hombre era bastante comprensivo y trataba a sus empleados como si fueran sus hijos, principalmente a Alexander, que aunque no lo dijera en voz alta todos sabían que era su favorito y le tenía un cariño gigante.

Por otro lado, las horas de trabajo eran extremadamente largas, y justamente ese día le tocaba salir tres horas después de lo usual, por lo que todavía tenía seis largas horas de trabajo antes de poder llegar a su hogar.

Washington le había dado el permiso a Alex de quedarse en su hogar puesto que había una tormenta y se había pasado toda la semana lloviendo.

Pero justo hoy tenía que haber una tormenta eléctrica.

Frotó su rostro con frustración, ¿Como estaría él? Lo más probable es que estuviera asustado, se lo imaginó encerrado en el baño como acostumbraba a hacer, teniendo un ataque de pánico.

"Jefferson, respira. Un, deux, trois, quatre..."

Estaba tranquilizandose hasta que un trueno hizo acto de presencia, llevándose consigo la luz del establecimiento provocando las quejas de todos los que estaban allí.

Hasta aquí había llegado su paciencia.

—¿Thomas? ¿A donde vas?— Preguntó James Madison, su gran amigo el cual había estado a su lado desde esa mañana diciéndole que debía calmarse.

—A casa.

{⇜❤⇝}

—Señor Washington.

—Señor Jefferson.— Devolvió el saludo el director de todo aquello mientras encendía una vela para poder ver un poco mejor lo que había frente a él. —¿Se le ofrece algo?

—Necesito ir a casa, ahora mismo.— Washington puso la vela frente a él, dejando que la tenue luz le iluminara el rostro, permitiéndole ver la ceja arqueada del mayor.

—¿Es una petición o una exigencia?

Se mordió el labio, sabía que debía ser respetuoso con su jefe pero necesitaba irse ahora.

—Una exigencia.— Tragó saliva ante la expresión de sorpresa de su jefe. —Necesito ir a casa ahora porque mi esposo está allá sólo, ahora mismo debe estar teniendo un ataque de pánico y alucinando con el maldito huracán que dejó todos esos traumas que lo persiguen desde que era un jodido niño, usted más que nadie lo sabe, así que ahora mismo, voy a salir por esa puerta con la esperanza de que no me va a despedir después de esto, pero mi esposo me necesita y yo lo necesito a él.

Un gran silencio se instaló en el lugar por unos segundos que le parecieron eternos, hasta que el virginiano empezó a reír.