El tono de su celular le extrajo de su burbúja espacial haciéndole suspirar de puro amor contenido.
ㅡ Minnie, ¿estás pronto a llegar a casa? ㅡ escucha al otro lado de la línea.
ㅡ ¿Me estas extrañando, TaeTae? ㅡ responde risueñamente, haciéndo que su novio sienta como recorren por su panza, cientas de descargas de emoción. Su hermoso bebé de linda nariz de botón era el único que podía lograr que su corazón se alegrara en un santiamén. Desde la primera vez.
ㅡ Si digo que sí, ¿me cubrirás de besitos cuando llegues? ㅡ respondió, evitando que esa felicidad de solo escuchar su suave voz se notara en la suya propia.
ㅡ ¿Besitos?
ㅡ Muchos, muchos, muchos, por todas partes...
ㅡ Oh, Tae-Taehyung... ㅡ dijo el mayor, siendo recorrido por una extraña, pero agradable pena que se extendió por todo su cuerpecito.
ㅡ ¿Acaso estás pensando cosas sucias, Mochi? ㅡ dijo solamente para avergonzar a su tierno novio.
Se lo imaginaba con el grande hoddie blanco que había escogido vestir hoy, esperando el cierre de la pastelería en la que trabajaba con sus pequeñas manitas siendo cubiertas por él, ya que le encantaba la ropa holgada, sonrojado hasta las orejas combinando sus lindas mejillas y labios rosa con su rebelde cabello. Todo Jimin era la perfecta muestra humana de ternura, dulzura y adorabilidad.
Ambos se habían conocido en un curso de repostería, cuando Taehyung intentaba aprender a hacer pasteles y en sus clases siempre resultaba embarrado de harina. Era un fracaso. Tanto, que ya ni su profesor se esforzaba con él y lo dejaba ayudar al resto en lo que quisiera, con tal de que le colaborara organizando la cocina a volver a su estado habitual, cosa que para él no era un abuso ya que amaba al pequeño pelirosa que siempre estaba silenciosamente limpiando con él en cada clase.
Por el contrario, Jimin era como el niño prodigio de cada lección. La gente asociaba su dedicación y pasión a la repostería con su personalidad dulce y agradable. Su cabello, a pesar de tener una totalidad resaltante no era lo que llamaba la atención de los demás. Era la pureza que demostraba. El aura sencilla y adorable que le rodeaba.
Cada uno se había notado mutuamente en varias ocasiones, empezando por el hecho de que eran los más jóvenes. La sala y cocina estaba repleta de señoras ya de edad. También, ambos eran conocidos por sus diferentes situaciones en el curso: a Jimin le pedirías ayuda con tus recetas. A Taehyung le pedirías ánimo cuando no te salían bien las cosas, o que fuese a pedirle algo a Jimin, si querías ver corazoncitos salir de sus poros y sonrojos de aquí para allá. Eran un lío de timidez para ironía de todos, siendo ambos personas muy sociables.
En una de sus clases, por coincidencias del destino mientras estaban solos, ambos resultaron plantandose un beso, que tiempo después los llevó a donde estaban ahora. Cumpliendo un año desde que empezaron a salir juntos.
ㅡ ¡N-no! Yo no pensé n-nada... ㅡ susurró tímidamente. ¿Por qué la tierra no se lo tragaba y ya? Tae siempre había sido tan respetuoso con él, y él solo se imaginaba en sus brazos haciéndo... bueno, no quería entrar en más detalles. Ese era el caso.
ㅡ Lo sé, mi bebé no piensa en eso, ¿no es verdad? ㅡ dijo canturreando mientras intentaba no reír.
ㅡ S-sí, sí. Yo no hago eso... ㅡ y esa voz temblorosa hizo que Tae se preguntara por primera vez, si Jimin pensaba en ellos en ese tipo de situaciones. O al menos si lo hacía a menudo.
Por supuesto que eran adultos, o bueno, hace poco lo habían sido oficialmente, pero ese no era el punto. Llevaban ya cierto tiempo saliendo y claro que a veces sus besos les revolucionaba el pulso, y obvio que tambien estaban esos momentos en donde aparecía la imperiosa necesidad de tocar o besar un poco más de piel, pero nunca habían ido más allá. Tampoco ayudaba la timidez inmediata que los consumía a ambos cuando salían esos temas a colación o cuando sus cuerpos los traicionaba con el otro.