Prólogo a Kunin - Tiempos de Magistros (I)

Magistros

"Tan sólo...un poco más...de...poder..." - Rey Nerill antes de sucumbir al poder del tercer token mágico, año 985 ACM (Antes del Cataclismo Mágico).

Prólogo a Kunin (I)

Magistros era la capital de Sudenia, la pangea donde convivían en paz y respeto las seis provincias que la formaban. Y sí, lo era, lo fue durante mucho tiempo, pero toda la calma y la abundancia del temido reino de Magistros llegó a su fin.

Magistros empezó a sufrir de una podredumbre interior...una descomposición que no empezó ni en sus verdes campos ni en sus repletos establos de ganado con animales tan grandes como para una sola pieza de su carne alimentar a dos familias enteras. Empezó a caer, pero desde lo más alto, hace ya tiempo atrás.

Era una ciudad colosal y magnífica. Era el corazón de la ciencia mágica, el comercio y donde los mayores avances sociales y tecnológicos tenían su origen en la tierra de Sudenia. Era próspera como el comercio marítimo de Astilea. Era envidiada por la vecina provincia de la magia de Laguna. Admirada por los altos hornos de las montañas de Ferro. Reclamada por los estudiosos y sabios de Campanario. Y la inspiración de su grandiosidad para los arquitectos y artistas de Lucero. Lo era.

En la capital gobernaba la familia real de Grandes Magos, los Magistros (la ciudad tenía el nombre de la familia real) que llevaba más de 10 generaciones gobernando el continente con sabiduría, y cabeza. El actual regente, Nerill Magistros, era viudo y padre de dos pequeñas: Annill y Malvia, las princesas del reino.

Cuando sus hijas llegaron ya a su madurez y su niñez fue sustituida por la belleza de la pubertad, y las ansías por conocer todo el mundo en su esplendor, su padre empezó a instruirlas en el arte de la canalización de la esencia mágica.

Para aquellos que no sabían de que trataba en sí la esencia mágica, se les explicaba que la "esencia mágica" era la fluctuación de la magia en el mundo de Arante. Existían corrientes que iban por todas partes, puntos concretos del mundo donde se concentraba más. Tanto, que aquellos adeptos de la magia que pasaban por esas zonas notaban desde un erizamiento de los pelos de la nuca, hasta unos escalofríos que calaban al más intrépido y le obligaban a ir con calma por esas zonas. La esencia mágica, se canalizaba para poder utilizar la magia, dentro de un token. Un token era aquel objeto que la persona le daba una importancia mayor que a cualquier cosa, y podía ser cualquier objeto: un muñeco, una piedra de colores, un trozo de mineral, una espada, o un libro. El token solo tiene la función de canalizar la corriente de magia más cercana y nutrir de poder a su anfitrión, propietario, o amo. El objeto siempre tiene que ser inanimado, si no no funciona, por lo que dicen.

Las hijas de Nerill le acompañaban a la Biblioteca del Conocimiento, que básicamente era el mayor torreón de Sudenia, en la que se recopilaban todos los libros habidos y por haber sobre la esencia mágica y sus usos teóricos y prácticos. Allí, sus hijas empezaron a preparar sus respectivos tokens con el Gran Bibliotecario. Aquellos que tenían un gran manejo de la magia, como el jefe de la biblioteca y el rey, poseían hasta dos tokens de poder, lo cual les hacía poseedores de grandes poderes, sin embargo, había que estar mentalizado porque era mucha energía la que tenían que aguantar sus cuerpos. Los tokens, por voluntad de su maestro, canalizan más o menos energía, pero siempre canalizan aunque sea un poco, y si ya uno era efectivo, dos lo eran más, desde luego. Tanto incluso, que alguna vez se ha documentado algún caso, dos como mucho, de adeptos de la magia con dos tokens que en plena Tormenta de Poder se plantaban en medio a canalizar energía y se convertían en una especie de cristal gigante con forma semihumana. Duraban poco porque en plena tormenta la propia magia deshacía esa especie de crisálida de cristal, dejando al que en su día fue un adepto preparado, en nada más que un susurro en la brisa.