Capítulo 1: Convenio

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Convenio:

-Acéptenlo Mellark's, si no asocian sus empresas con las nuestras, están perdidos- dijo Haymitch Everdeen sonriente. Acompañado de su esposa Effie.

-Está muy bien tu propuesta y todo lo demás Haymitch, pero entiende que estamos al borde de la quiebra, no hay como pagar la sociedad entre las empresas.- dijo ya un desesperado Beetee Mellark, detrás de él su esposa Wiress.

-En eso tienes razón, y si yo costeo todos los gastos de ambas empresas será peor a la larga, porque me deberas más- dijo Haymitch acariciando su mentón.

Un largo (e incómodo) silencio se apoderó de la sala, todos con las cabezas gachas.

Los Mellark siempre había sido una familia de buena posición social, con un futuro inmenso por delante, una familia ejemplar, tres hijos varones. Theo, de 23, Allan, de 21 y Peeta, de 18, todos rubios de ojos azules.

Los Everdeen, a diferencia de los Mellark fueron una familia que empezó desde abajo, llegando a convertirse en una de las más reconocidas del país. Con dos hijos, gemelos, Gale y Katniss, ambos con 18 años, castaños de ojos grises.

Ambos con las empresas de arquitectura más reconocidas hasta del continente.

Como toda familia millonaria, los Mellark se acostumbraron a vivir entre lujos, sin límites de dinero. Llevándolos a la actual bancarrota.

Su única salvación serían los Everdeen, que por haber surguido de la clase baja supieron como administrar sus bienes materiales.

Después de lo que parecía una eternidad Effie levantó la cabeza.

-Tengo un idea, descabellada, pero idea.

-Sólo hable señora Everdeen- dijo Wiress suplicante.

-Uniremos nuestras empresas pero la manera de pagarnos no será con dinero.

-¿Y cómo?- preguntó Haymitch deconociendo la idea de su esposa.

-Unamos a nuestros hijos en matrimonio y hagamos un convenio.

(...)

Y allí estaba como siempre el menor de los Mellark, en un bar, con sus amigos, luciendo un Audi, nada del otro mundo. Para él.

-Vamos Cato, no te quejes, Glimmer no está nada mal- dijo Finnick relamiéndose los labios, Cato le pegó en el brazo.

-Yo la vi primero- dijo tomando algo de un vaso pequeño.

-Vamos a ver quien es el próximo en encontrar ligue- dijo Peeta sonriente.

-Pss si, ya el pequeñito encontró ligue- rió Finnick.

-Peeti tiene lo suyo- dijo Cato. Peeta les pegó a ambos.

-Ya verán como me levanto a una tan rápido como Finnick subiendo un selfie a instagram- los otros dos rieron.

-¡Oye! Me tomo mi tiempo. Hay que lucir perfecto para las redes sociales- dijo Finnick haciendo una pose sexy.

-Como sea, ¿Ven aquella castaña?- señalo Peeta a una chica, los otros dos asintieron- Será mía señores- dijo empezando a caminar hacia ella.

Cuando la tuvo en frente habló.

-Hola preciosa...

-Hola- dijo ella tímida.

-¿Cómo te llamas?

-Annie- hizo una sonrisa tímida.

-Annie... Lindo nombre... Yo me llamo...

No pudo presentarse porque en ese instante sonó su teléfono.

-Disculpa lindura, me llaman- dijo señalando su celular, Annie asintió y Peeta caminó hacia el baño, al ver la pantalla vió el contacto: Mamá.

-Má... ¿Qué pasa?

-Peeta, necesito que vengas ya a la empresa de los Everdeen.

-¿A esta hora?- susurró mirando a todos lados.

-Si, ya, no quiero un "no" por respuesta- colgó.

Peeta suspiró, saliendo del baño, en la puerta encontró a Cato.

-¿Y el ligue nuevo?

-Calla rubiecito, me llamó mi mamá, tengo que ir a la oficina de los Everdeen- a Cato se le desecajó la mandíbula.

-¿A la oficina del papá de Katniss? Tio, ¿En serio?

-Si si, y no, no te buscaré chance con ella, sabes que no la soporto.

-Pero si es un amor...

-Ya, mejor cállate, me voy, mañana me cuentas que tal con Glimmer.-dijo para luego caminar hacia la salida, dirigiéndose a su auto.

¿Porqué tendría que ir a la oficina del padre de su peor enemiga en fin de semana a las 9:00 pm?

(...)

Katniss se encontraba en su casa, dormida en el sofá boca abajo, con una mano y ambas piernas colgando.

Un montón de palomitas de maíz en el suelo y una película reproduciéndose sin nadie que la viera.

Así eran sus fines de semana, y los amaba, la soltería era lo suyo.

Gale entró a la sala, comiendo un Hot-dog, lo mejor de sus fines de semana era molestar a su hermana, así que se encogió de hombros y se sentó sobre la espalda de Katniss, haciendo que esta se despertara con un gritito ahogado por el peso de su hermano.

-¿Qué tal tu noche Kat?- preguntó Gale viendo fijamente la televisión y comiendo a la vez.

-Iba... Bien pe... -suspiró.

-No te entiendo nada- habló con la boca llena.

-Pesas... Tú- trata de empujarlo.

-Lo se, estos músculos no son de gratis.

-Me ahogo...Gale- hablaba con dificultad.

-Ni que estuvieras en una piscina- rió a la vez que la miraba, abrió la boca en una perfecta "O" al ver a Katniss casi morada. Se levantó de golpe- Sorry hermanita, no me había dado cuenta.

-Si claro, me viste cara de Puff ¿O qué?- dijo sentándose y poniendo una mano en su estómago.

-Tienes cara amasable, pero no es para tanto- Katniss se puso roja de rabia.

En ese momentó el celular de Gale sonó. Cuando vió la pantalla se dió cuenta que podía ser algo importante.

-Es papá- dijo para luego atender- ¿Si?

-Gale, los necesitamos aquí, a ti y a tu hermana.

-¿Qué pasó ahora?- dijo preocupado.

-Sólo vengan, y ya.- colgó.

-Tan lindo mi papi- dijo Gale en tono burlón.

-¿Que te dijo?- dijo Katniss peinando su cabello con sus manos.

-Tenemos que ir a la empresa.

-¿A esta hora?

-Si, y vamos rápido antes de que nos diga algo- dijo tomando las llaves del carro y saliendo de la casa, seguido por Katniss.

Sin saber lo que les esperaba en aquella oficina.

Matrimonio por convenienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora