Beaver Creek, Colorado
Luego de hacer mi carrera matutina, me salto el gimnasio. Hoy es el último día de trabajo en el complejo y quiero pasarlo lo más relajada que pueda.
Como si eso fuera posible.
Los pasados cuatro días han sido complicados. No por el trabajo, éste ha fluido bien. Los procesos de construcción ya han terminado, el inventario está completo y el noventa y ocho porciento del personal ha sido contratado y está en proceso de adiestramiento. Hoy terminamos de llenar todas las plazas vacantes y afinamos los últimos detalles en el área de las pistas. Una pena que estemos todavía a finales de julio. Hubiese sido divertido estrenarlas. Deslizarme por las nieves tiene un efecto tranquilizador en mí.
Pero con A.J. Kerr pisándome los talones a cada rato por el complejo, ni esquiando me hubiese tranquilizado, de haber podido hacerlo.
Sigo algo molesta con él; es el más sencillo de los sentimientos que albergo. Su acusación de que lo utilicé para sustituir a otro hombre todavía hace que me hierva la sangre, y no precisamente en el sentido erótico-sexual. Ha insultado mi inteligencia al decidir semejante idiotez. ¡Que le agradezca al cielo que aún conserva las joyas de la Corona!
Aunque tengo que confesar que, más que molesta, estoy dolida, herida. Yo nunca haría a otro lo que no me gusta que me hagan a mí. Que A.J. piense que yo sería capaz de una cosa así, deja claro que él no me conoce en absoluto. Por eso duele su acusación, así como su rechazo.
Porque, me he dado cuenta en los pasados cuatro días, estoy comenzando a tener fuertes y, lo admito, aterradores sentimientos por él.
La tirantez que ha suscitado esta situación entre nosotros se ha visto reflejada en el trabajo. Si bien los objetivos que nos trazamos al inicio de la semana se han cumplido y han superado nuestras expectativas, la relación distendida que tuvimos los primeros días ha desaparecido. Desde el día siguiente a la cena, que compartimos helicóptero para regresar a Beaver Creek, cuyo viaje fue la mar de incómodo por la tensión latente entre ambos, ya no compartimos las comidas, ni nos quedamos hablando y riendo por horas una vez terminada la jornada, como lo hicimos durante nuestro primer desayuno y el viaje en coche... La complicidad que hubo una vez ya no está, y echo de menos nuestras charlas y la conexión que tuvimos desde el principio.
Con excepción de las horas laborables, apenas nos vemos. Ni siquiera en el apartamento. Las cosas empeoraron dos noches después del beso. Esa madrugada, en la que no dormí ni media hora (veintidós minutos y cuarenta y nueve segundos exactos) por culpa de otra pesadilla, escuché un grito. Me levanté y salí de la habitación, buscando de dónde provenía. Aunque ya lo sabía. La voz de A.J. era inconfundible.
Entro en su habitación, quedándome petrificada por unos segundos. ¡A.J. tiene pesadillas, igual que yo! Lo escuché gritar de nuevo, retorciéndose entre las sábanas, y reaccioné por puro instinto: me metí en su cama y lo abracé. Así estuvimos por casi una hora, mientras le susurraba al oído que estaba allí para él. Lo único que se escuchaba, una vez cesaron los gritos, fueron los sollozos de A.J., que llamaba en susurros a una tal “Katie”.
ESTÁS LEYENDO
Calienta mi Corazón© ("Mi Corazón" #1) [COMPLETA]
RomanceTengo cubierto de nieve mi corazón. Dieciocho meses atrás, un suceso cambió mi existencia, mi perspectiva de la vida y el amor. Desde ese momento, lo único que me importa es mi regreso al esquí, el deporte que tanto amo. Nada me podrá detener de log...