Bajo la luz de la luna.

659 54 4
                                    

El último día de la concentración de verano había llegado a su fin, y con ello todos los partidos realizados hasta el momento.
El Karasuno se había esforzado mucho, tal vez demasiado, y a pesar de eso no habían conseguido la victoria en casi ningún set jugado. Esto es debido a que, bueno, jugaban contra escuelas grandes y muy fuertes, por lo que no era tarea fácil vencerles. Eso sí, gracias a ellos, a su forma de jugar, y a todas las derrotas que sufrieron, realizaron grandes avances que les abrirían el camino hacia el campeonato nacional.

Jugadores como Kuroo Tetsurou y Kozume Kenma, del Nekoma, Bokuto Kotarou y Akaashi Keiji, del Fukurodani y los otros equipos en conjunto, como el Shinzen, habían colaborado en este avance. Gracias a ellos pudieron aprender nuevos movimientos que serían vitales para conseguir la victoria en un futuro.

Con todo esto en mente, y satisfechos con el resultado de todo su esfuerzo y con su mejora, el Karasuno se dispone a dormir, dirigiéndose a la habitación que se le había asignado a todo el equipo.

Durante todos estos días, Hinata no sólo había desarrollado sus habilidades en el voleybol, sino que también se había dado cuenta de que su compañero de equipo, Kageyama, le provocaba sensaciones que no entendía. A veces no podía dejar de mirarle, y eso le cabreaba porque le desconcentraba en los partidos. Otras veces simplemente se le aparecía Kageyama en su mente, y con la imagen de éste en su cabeza, se ponía a pensar y a pensar, a imaginarse situaciones que le hacían ponerse rojo como un tomate. No entendía por qué pensaba en ese tipo de cosas con Kageyama, era raro ver a su compañero de equipo de esa manera... Hinata se empezó a plantear que Kageyama le gustaba, y no sólo como amigo y compañero, sino de forma romántica, aunque no quería aceptarlo porque le daba miedo lo que podría llegar a pasar.

Una vez en la habitación, el capitán habló: - Esta concentración nos va a ser muy útil en un futuro, recordad eso, hemos mejorado mucho en estos días.- dijo Daichi, poniendo una sonrisa y motivando así a sus jugadores, algunos de los cuales se sentían un poco decaídos debido a que no querían que se acabara la concentración, básicamente, Kageyama y Hinata.

- Hinata... Deja de poner pucheros, les volveremos a ver dentro de poco y tendremos más oportunudades para practicar con ellos.- Sugawara, con una mirada cálida y maternal, intentaba animar a uno de los pequeños cuervos.

- Pero es que yo quería seguir jugando voleybol todo el tiempo, Suga-san...- Hinata dijo, con la cabeza baja y triste por tener que irse, aunque no sabía si era sólo por eso, o también por los sentimientos confusos que le creaba Kageyama.
Noya mientras tanto, empezó a soltar carcajadas, y le dio un par de palmadas (bastante fuertes) a Hinata en la espalda.

- Vamos Shoyo, que no es para tanto, ¡anímate, que podemos seguir practicando nosotros! - decía Noya, que como buen senpai que es, intentaba animar a su kouhai con su característica sonrisa. Hinata subió la cabeza, un poco más animado que antes.

- Gracias, Noya-senpai - Hinata le dio una sonrisa sincera.

- Oye, que aquí tienes otro senpai que también practicará contigo, no lo olvides. - Tanaka apareció, soltando una carcajada aún más ruidosa que la de Noya, sintiéndose orgulloso de sí mismo y de sus palabras de senpai.

- Shhh, Tanaka, ya es tarde, no deberías gritar tanto. - le regañó Suga, a lo que Tanaka se disculpó.

-Hinata, yo te la seguiré colocando hasta que nuestro ataque rápido sea imposible de parar, y vamos a conseguir juntos que el equipo sea invencible. - Kageyama, con una sonrisa orgullosa, intimidatoria, sincera e incluso un poco terrorífica, le dirigió esas palabras a Hinata. Éste, le miró con los ojos brillantes, y fue en ese momento que se dio cuenta de que no iba a poder seguir negando lo que sentía por él, esas palabras de Kageyama habían destruido todo candado que Hinata se había puesto en el corazón por miedo. Kageyama había conseguido penetrar hasta lo más profundo de su ser, y Hinata cayó rendido, admitiendo lo enamorado que estaba de él.

Bajo la luz de la luna. [Kagehina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora