Situaciones Nocturnas

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Eran las cinco de la madrugada aproximadamente, cuando un gran ruido despertó a la pequeña Claire. Un ruido... ensordecedor. Desvelada, grandes ganas de realizar sus necesidades molestaban su mente.

Se levantó de su lecho, recorriendo el pasillo hasta llegar a la puerta del baño. Un poco temblorosa debido a la oscuridad de la casa, ingresó a la habitación a apaciguar su menester.

Al finalizar, partió hacia su cuarto cuando algo llamó su atención. Un fétido olor emanaba de la entrada a la habitación de sus padres. Los cuales yacían durmiendo en sus camas, exhaustos por el laborioso día que habían tenido. Sin embargo, ¿cómo era posible que éstos no se hubieran percatado de este pútrido hedor?

La chica estaba un tanto espantada a la vez que asqueada, aunque ninguna de estos estados pudo parar su enorme curiosidad, la cual la llamaba a investigar el origen y la razón del pestilente aroma.

Entró valerosa a la habitación, decidida a despertar a sus progenitores, no obstante una presencia extraña frenó su acción. Una alta, negra y hasta podría decirse elegante manifestación de lo que parecía ser un humano. Solo que este "humano" medía alrededor de 3 metros, sus piernas eran mucho más largas y delgadas de lo considerado normal, de igual manera con sus brazos unidos a un gran y robusto tórax que terminaba en un inexistente cuello con una cabeza cuya cúspide estaba acompañada de un gran sombrero, con su rostro cubierto por una máscara blanca y en su cuerpo llevaba un traje de tono oscuro bastante distintivo.

Debido a su gran altura, este ser estaba encorvado y de cierta forma, se lo veía algo tranquilo. La muchacha se quedó petrificada unos segundos, una gota de sudor fría bajó por sus mejillas llegando al final de su rostro y cayendo al suelo.

La chiquilla no sabía qué hacer, y en su afán por sentirse segura, decidió continuar con el plan de interrumpir el sueño de sus padres. Mientras lenta y cautelosamente se dirigía hacia la cama, el hedor se hacía más fuerte. El extraño no se movía y se limitaba a mirarla. Parecía inalterable como si estuviera ausente o a la espera de algo.

Finalmente Claire llegó a su destino y con un -Mamá, despierta- , se dió cuenta de que lo que había en la cama eran sus cadáveres.

El intruso ya no se encuentra quieto, sus largos y huesudos dedos se aproximan a la pequeña. Ésta se encuentra inmóvil ante el terror que siente. En una rápida reacción de su instinto de supervivencia, logra esconderse debajo del tálamo.

Muy tarde quizás, ya que el engendro de un brusco manotazo volcó la cama contra la pared, junto con los cuerpos sin vida. La pequeña horrorizada soltó un grito que delató su presencia.

Con dos de sus dedos el monstruo la levantó acercándola a su pecho el cual comenzó a abrirse mostrando lo que parecía ser su cavidad bucal. La niña comprendió todo en su mente, el fuerte ruido debió producirse cuando este ser asesinó a su madre y padre y el hedor provenía de sus cuerpos muertos, aunque ya era demasiado tarde para eso, pensó mientras era triturada por los filosos colmillos de su asesino. Engullida entre las fauces de la abominación, con su lengua recorriendo todo su cuerpo, disfrutando de su delicioso sabor.

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