La tarde sin duda era la más hermosa de todas. El cielo se teñía de un naranja atardecer; un naranja que, a medida que el sol se escondía detrás de la montañas y desaparecía, se degradaba cada vez más hasta convertirse en un azul ultramar.
Un paisaje con un cielo bicolor, naranja y azul, era la escena más hermosa que había presenciado. Era imposible evitar capturar ese momento en una foto.
Si. Me gusta la fotografía, uno de mis pasatiempos favoritos. Poder ver la belleza de un lugar, persona u objeto; capturar tiempos de felicidad en un trozo de papel; permitirle a las personas recordar aquellos tiempos en los que fueron felices y, si alguna vez se sienten mal, demostrarles que si ellos lo desean pueden revivir cada momento.
A veces la fotografía, escribir y la música son mi escape de la realidad. En ellas podemos expresarnos, decir lo que pensamos y nuestros puntos de vista sin que nadie nos juzgue, sin temer a ser rechazado o etiquetado. Y aunque admito que mi seguridad no permite que esas opiniones me afecten, a veces es bueno darse un espacio para conocerse y ser uno mismo.
Por eso, en mi tiempo libre escapo a un lugar distinto al anterior, a observar, capturar, anotar lo que veo y lo que siento.
¿Suena raro, verdad? Pero tendrían que intentarlo algún día y luego díganme que sintieron.
En fin, es mi último día de vacaciones. Mañana arranco de nuevo. Mi familia me esta esperando en mi casa.
Tengo un gran presentimiento.
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