Capítulo 1: ¡Mira a esa zorra!

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El sol estaba en su mejor momento. 15 minutos y tendría un gran bronceado, pero conociéndome, terminaría como un tomate.
Desearía ser como mi mejor amiga Bella. Tiene un cuerpo de infarto y 5 minutos bastarían para un hermoso bronceado. Y ni hablar de mi hermano, que a diferencia de mí, el sol era su mejor amigo.

—Una chica nos acaba de invitar a una fiesta en su casa a las 10 p.m. —Hablando del Rey de Roma. Le lanzo una toalla para que se recueste en la arena.

—No llevas ni 5 minutos en el agua y ya consigues una cita... ¡Genial Mike! —dice Bella sarcásticamente.

Ellos dos salieron por un tiempo pero de un día para otro terminaron. Desde entonces se tratan como gatos y yo sigo creando teorías conspirativas sobre la ruptura. Pero prefiero esto a qué griten su amor a los cuatro vientos y me recuerden mi mala suerte en el tema.
Michael rueda los ojos y Bella responde con esa clásica sonrisa de reina que solo ella sabe dar.

Ignoro a estos estupendos y hecho un vistazo a mi alrededor. Aves por doquier y un calor de infierno. Pero todo bien recompensado con el hermoso océano de este pueblo.
Michael toma mi bronceador y lo aplica en sus brazos y pecho, pero con lo idiota qué es, lo derrama todo. Suspiro fuertemente conteniendo mis ganas de golpearle. ¿Cómo este idiota puede ser mi mellizo?

Un bostezo de Bella me libera de una futura lucha mental que no terminaría bien. Luce cansada del sol y de Michael.

—¿Qué te parece si nos metemos?

—Está bien, tú adelántate. Me aplicaré un poco de bronceador. Sí es que queda. —le quita el bronceador a Michael.

—¡Lo siento! —Michael responde.

No podía llevar mis únicas sandalias hasta la playa, la marea las podía desaparecer. Así que corrí como niña pequeña sobre la arena caliente. Al ver la gloriosa agua cristalina no dudé ni un segundo y me metí.
Desde aquí podía verlos pelear. Michael le tiró arena y Bella lo pateó. Alguien que me de palomitas.
A unos metros de distancia de la pelea de gatos, se encontraban una chica y su novio, creo.
Hermanos no podrían ser. El chico tenía una tez más clara y rasgos destacadores, la chica denotaba de un bronceado y cabello maravilloso. ¿Soy yo o la chica se comía con la mirada a mi horrible hermano? Espero que no. Ese mono es algo peculiar.
El chico parecía dormir. Sus gafas circulares y oscuras, al estilo de John Lennon, no permitían ver lo que estaba haciendo.

Al finalizar la batalla de los gatos, Bella corre de la arena y se tira como si fuese una sirena.

—La que se cree sirena. —digo cuando sale del agua y sacude su cabello mojándome.

—Soy una sirena y eso te da envidia. —saca la lengua.

Le tiro agua haciendo que se ahogue. Me río como loca y termino ahogándome por su culpa. No creí que quisiera venganza. Ya la daba por muerta.

—¡Estupenda, casi muero! —digo y comenzamos una guerra de agua.

Quién nos viera creería que tenemos diez años, pero luego verían nuestra altura similar a la de la Estatua de la Libertad y concluirían que sólo somos inmaduras. Llevamos compartiendo nuestras inmadureces desde los siete años y desde entonces, nunca nos hemos separado. Con ella aprendí a que no es necesario de un novio, te consigues a una loca como ella y eres la persona más feliz del mundo.
No siento más agua salada de su parte y noto que se detiene a ver en dirección a Michael.

—¡Mira a esa zorra! —señala a la chica que hace un rato miraba a Michael.

—¿Acaso estás celosa? —le doy una sonrisa cómplice.

—¡Claro qué no estúpida! Es que nos fuimos y la zorra salió a cazar.

Suelto una carcajada. Estos dos se aman. Lo único que no entiendo es, ¿POR QUÉ TERMINARON? Yo los shippeaba. Y sin importar qué Michael no tuviera cerebro y Bella fuera tan... Bipolar, hacían una bonita pareja.

—Al menos el novio está durmiendo.

—No creo que sean novios. Cuando saliste corriendo el estaba mirando tu trasero —ríe—. Te violó con la mirada.

—¡Sí serás estúpida! —reímos como locas.

(...)

—Michi, ¿menos Hippie no te pudiste vestir? —se burla de mi Playsuit floreado.

—Michael, ¿menos idiota no puedes lucir?

Rueda los ojos y imito la clásica sonrisa de Bella.

—Mike, no te metas con la Hippie del Futuro. Y tú, Michi, no le sigas. —nos amenaza con su dedo índice como si fuera nuestra madre.

—Está bien. —exclamamos al unísono.

Entramos por la puerta de la casa y visualizo lo que a primera instancia determino lo que está fuera de mi zona de confort. Avanzamos por el gran pasillo y tomo una botella de agua. Michael se burla de mi elección y se decide por una cerveza. Como lo dije, estoy fuera de mi zona de confort.
Busco por Bella y la desgraciada no está. Lo primero que le digo que no haga y lo primero que hace. Michael también había desaparecido.
Supongo qué lo único que me queda es buscar un lugar tranquilo, pero antes necesito un baño. Busco por el primer piso y el único baño que había estaba lleno de vomito. Ya en el segundo piso encuentro un baño decente.

Al terminar me dirijo hacía las escaleras pero una hermosa vista de la playa me detiene. Es hermoso. Me apoyo en la barandilla del balcón. La marea había subido y el sonido de la olas eran una melodía para mis oídos. Desearía pausar este momento y vivirlo el resto de mi vida. Sonrío por la paz y tranquilidad que se respiraban.
En la planta baja comenzaba a sonar I Took a Pill in Ibiza por Mike Posner. Una de mis canciones favoritas.

—I took a pill in Ibiza —tomo un sorbo de agua—. To show...

—Aviccii I was cool —una voz masculina me espanta.

Volteo a mi derecha y un chico con una cerveza en mano sonríe. Su cabello era negro y sus ojos de un azul cristalino como el mar. Su sonrisa era de Hollywood con una mandíbula muy masculina.

—Cantas como un Ángel. ¿Eres soprano verdad? Apesto qué sí.

—¡Santa madre de las madres! —pongo una mano en mi pecho sintiendo mi acelerado corazón—. ¡Me diste el susto de la vida y me preguntas si soy ciprano o no sé qué!

—Soprano —ríe de mí error y frunzo el ceño confundida—. Pasaba por aquí y me sorprendió verte sola. Mis intenciones fueron amigables. Disculpa si te asusté.

—Está bien —cambio la dirección de mi mirada hacía el mar—. Creo.

El sonido de las olas no calmaban mi intriga, ¿Por qué seguía viéndome? ¿Debería irme? ¿Acaso no se cansa de sonreír?

—Te gusta el océano. —deja de mirarme y imita mi posición. ¡Aleluya! —¿Qué es lo que más te gusta?

¿Qué clase de pregunta es esa? Me tomo un tiempo en contestar. Es muy difícil no sonar grosera.

—¿Por qué tendría qué responderte eso? Digo, eres un completo desconocido y das miedo. —espero y no se haya ofendido

Toma un sorbo de su cerveza. Sacude ligeramente su cabeza, sonríe sin mostrar sus dientes y por fin contesta.

—Por lo que veo eres una chica difícil. Fascinante. —guiña perfectamente su ojo derecho y sonríe.

¿QUÉ?

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⏰ Última actualización: Jun 26, 2018 ⏰

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