Práctica

En el templo de Viarorn

Nax traspaso las puertas del templo con paso decidido, y tras ella se cerraron los grandes portones de madera. El templo poseía un techo abovedado y un suelo cristalino que reflejaba algo que no parecía realmente estar ahí, tenía unos portentosos pilares que parecían algo dañados por el tiempo y la luz exterior se colaba por algunos sitios donde la estructura había cedido

-Extraño en el suelo se ven barcos y personas

pensó Nax mientras se internaba cada vez más en el templo. A medida que avanzaba, el suelo iba perdiendo la capacidad de reflejar hasta quedar de un color gris, los pilares parecían cada vez más dañados y los sitios por donde antes se colaba la luz brillaban por su ausencia, en un momento todo rastro de luz desapareció y Nax quedo internada en la oscuridad, se escucharon ruidos, primero eran leves quejidos, pero entre más tiempo pasaba, más aumentaba el volumen, pasando a ser lamentos ensordecedores, gritos desgarradores, Nax se tapaba los oídos en un vano intento por concentrarse, no pasó nada, lo intento de nuevo con más fuerzas, se concentró y pudo encender su llama interna, esta se expandió por todo su cuerpo y se manifestó en sus pies, rápidamente mientras la llama aun tenia poder recito el conjuro "Asspo" susurro casi que para sí misma, luego de esto un pilar de llamas ilumino la habitación mostrando su verdadera naturaleza, miles de rostros se reflejaban en las paredes mirando con cuentas negras como la noche.

Nax sientio como el temor se apoderaba poco a poco de ella, las miradas inescrutables que la rodeaban llenaron su alma poco a poco de oscuridad, cayó al suelo con las manos en la cabeza y con lágrimas en los ojos, en su mente se proyectaban las visiones de su pueblo, destruido por la miseria y el hambre, dominado por los conquistadores extranjeros, vio niñas siendo abusadas, hijos muriendo frente a sus padres, personas encadenadas y esclavizadas.

-Ahora comprendes nuestro dolor-

Susurraron al unísono todas las voces –Ahora entiendes nuestra miseria-.

Levantaron la voz –Ahora comprendes nuestra ira- gritaron, esto saco de su ilusión a Nax, que abrió los ojos como platos al ver lo que realmente estaba apareciendo en la habitación.

Algo se levantaba en medio de la habitación, se podía distinguir una forma, algo similar a un dragón, pero era aetereo, no parecía tener cuerpo físico, era solo una sombra gigante, y donde su cabeza debería estar solo había una calavera blanca como la luna con unos ojos llenos de ira y resentimiento.

-Ahora que lo comprendes te unirás a nosotros- gritaron las voces mientras la sombra terminaba de formarse.

El espectro rugió, era ensordecedor, pero Nax sabía que no tenía tiempo para asustarse, así que, de nuevo, pero con más fuerza recito el conjuro - ¡Asspo! - Ahora las llamas se adueñaron de ella como un fuego que se expande por un bosque, de su morena y esbelta figura no quedaron rastros, ahora se levantaba un ser incandescente, un elemental de fuego.

Arremetió corriendo contra el espectro, que recibió el golpe sin dar muestras de dolor, automáticamente luego de ello la sombra se enrollo en Nax, parecía ser aetereo pero tenía una fuerza que la presionaba y la iba dejando sin respiración poco a poco, - Sis – susurro débilmente Nax y una pared de fuego se levantó del suelo liberándola.

- Tendré que buscar otra manera de lastimarlo – Pensó Nax cuando cayó al suelo jadeando, recordó parte de su entrenamiento, y en cuestión de segundos tenía la respuesta, de nuevo arremetió contra la sombra, esta vez hilando conjuros distintos - ¡Ai'risk Zeran Rosis! – Dicho esto nax se transformó a sí misma en una bola de fuego, la bestia la atrapo de nuevo pero esta vez pareció lastimarse, Nax callo al otro lado con un rostro cansado pero satisfecho al ver que si se podía infringir daño al espectro, este se enfureció, y lanzo un zarpazo veloz con garras oscuras rasguñando a Nax en la espalda, cayeron gotas de sangre, había quedado cansado de hilar las palabras y adolorida por el rasguño, casi arrodillada en el suelo mirando a la bestia decidió usar su última carta.

Con la poca fuerza que le quedaba se levantó, abrió las piernas y puso las manos juntas, cerró los ojos y grito

 – ¡Tzinre! Ven a mi espíritu del fuego–

 luego de esto la habitación fue iluminada por una explosión de llamas, que cegó al espectro por un segundo 

– Mahcen señor de las llamas– 

se escuchó en un susurro y luego de esto Nax se elevó con alas de fuego aun con los ojos cerrados y las manos juntas proclamo una última palabra 

- ¡Hatasya! Diosa del fuego posee mi cuerpo – 

su voz lleno la habitación, como las llamas lo habían hecho un segundo antes, el aire se puso pesado y la estructura tembló, el suelo se abrió en canal y se liberó un torrente de lava, todo en la habitación exploto y la sombra se desintegro.

Nax se desplomo en el suelo casi muerta, nunca había hilado tantos conjuros juntos, y menos había invocado al espíritu del fuego de esta manera, cerró los ojos, estaba a punto de quedarse inconsciente, pero algo en su mente le grito, - Aun no es momento – Luego de eso, abrió los ojos y los entorno, no podía sentir parte de su cuerpo y estaba casi paralizada por la cantidad de Beta que había utilizado, solo un brazo parecía responderle bien, recordó que Baldur le había dado un poco de Ru-ko para estas situaciones, alargo el brazo cerca del bolsillo del pantalón y lo saco, se vio la tenue luz del Ru-ko en la habitación, una pequeña infusión de plantas raras que juntas podían hacer casi milagros, apuro rápidamente el contenido del botecito y cerró los ojos.

El Ru-ko era poderoso, pero también bastante doloroso, Nax sintió como las partes que antes no respondían se llenaban de un dolor increíble, grito con todas su fuerzas, se arrastró y se arrodillo, sentía como el Beta que había perdido llenaba de nuevo su cuerpo y su espíritu, sus venas se iluminaron de un color azulado y sobresalieron de sus brazos y su cuello contrastando con su piel morena, luego de lo que a Nax le pareció una eternidad el dolor cedió y el cuerpo perdió fuerza, se dejó caer al suelo quedando completamente inconsciente por el impacto de el brebaje.