Prologo

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Se oía la canción de las campanas, tan suaves y graves. Entonaban una canción única.
La ciudad entera se detuvo a escuchar. La primera campana se oía en la colina de Luzda, ahí donde el primer Rey Luna  mando a erigir el castillo de Media Luna.
La segunda campana se oyó en el norte, sobre la cúpula de la Sala del Conocimiento, de donde el Fuego Día arrancaba destellos de colores a sus cristales.
La tercera se escuchó en el este, en la Torre de Luzol, su grave entonación hacia eco en los muros creando oscilaciones.
Un grupo de cuatro se escuchaban en la Catedral de los Dioses. Su cúpula estaba dividida en cuatro, y en cada una, se encontraba una campana, estas apuntaban a cada uno de los puntos cardinales. Sus notas joviales resonaban y asustaban a varias palomas que emprendieron vuelo en parvadas.
Una notas graves, se escuchaban del oeste, ahí donde estaba el Puerto Real. No se veía ninguna nave, solo unas velas distantes, de color azúl marino que brillaban bajo la luz del Fuego Día de la tarde.
En la colina de Luzda, la gente comenzaba a agruparse para entrar.
Los muros altos y gruesos de mármol negro daban forma al terreno de un hexágono, detrás de estos corría un río. En ese momento los puentes estaban bajados y los rastrillos levantados. Los guardias brillaban en sus armaduras platas ribeteadas con azul. Montaban guardia en cada una de las seis puertas, armados con lanzas y arcos.
Detrás de aquellos muros y del río, una segunda forma protegía el interior, esta era cuadrada, sus muros estaban hechos de mármol blanco con negro, sus cuatro torres lucían el blasón de los Anul; una luna sobre fondo azur con espadas cruzadas, timbre de corona y dragones de soporte. Así como el blasón de los Alun; una luna roja sobre campo de plata con timbre de corona y lobos coronados de soporte.
Cada muro tenia una puerta, y sobre estas los Guardias del Rey, vestidos con cota de malla azul marino y capas platas montaban guardia.
Las altas torres del castillo creaban sombras gigantescas en el suelo. La más alta, la de los Reyes, se alzaba sobre las nubes. Las antiguas historias dicen que el Rey Lunae mando crear las torres así de altas porque se enamoro de la diosa Luzda, diosa del Fuego Noche, enemiga de la Osegro. Pero el rey murió antes de poder llegar a ella.
Al entrar, los patios reales abarcan el terreno. En la zona norte de la Torre de los Príncipes están las cocinas, al frente esta la armería, al oeste se encuentran las perreras y establos y entre la Torre de los Príncipes y la de los Reyes se encuentra en el subterráneo la Sala Principal.
Por todos lados se veían blasones. La luna ovalada de los Fobos, luna verde de Terra Titan, luna blanca con rayas rojas de los Europa, la luna con géiseres de los Ganymede, la luna azul de los Callisto, entre otras. También se lucían casas menores, así como blasones que desentonaban con Terra Lunas, estaba el sol sobre campo de oro, con dragones coronados y timbre de corona de los Losan, reyes de Terra soles.
La gente se empezaba a aglomerar en los patios, varios caballeros guiaban a las personas para que entraran al Salón Real. Este estaba en el subterráneo, de muros largos y anchos, de su techo pendían candelabros de cristal. En sus muros largos varias escenas pintadas de los reyes adornaban el lugar, su suelo tenia un mosaico donde estaba el blasón real.
Varios señores nobles ocupaban el lugar, y el pueblo no tardo en llenarlo.
El trono estaba vacío. Este era una silla de piedra en forma de cuervo volando. El heraldo se movía un poco incomodo, pues la gente quería a su rey.
Las campanas guardaron silencio y por un momento el silencio reino dónde había conquistado el ruido. Después un sonido largo y grave acompañado por el retumbar de tambores.
Las gaviotas volaron despavoridas en el puerto, pues grandes barcos negros que parecían brillar, arribaban en el. Una embarcación enorme se hizo a la vista, era la más hermosa. Sus grandes velas se veían arriadas por los tripulantes, era un espectáculo hermoso.
La guardia de la reina aguardaban en el puerto, sus armaduras rojas destellaban en la tarde.
Un joven corría por el patio Verde en dirección a la Torre de los Reyes. Cuando llego, un guardia le abrió las puertas y este comenzó a subir.
Una lancha arribó, y en ella iban dos jóvenes, uno vestía de cota de malla negra con camisa de plata, botas negras, traía un cinturón de piel del cual colgaba un mandoble con zafiros en la cruz. Su cabello castaño tenia toques de dorado y rojizo por el Fuego Día, su rostro tenia rasgos finos y se veía iluminado por sus ojos gris plata. Su acompañante era una mujer de rasgos finos, con cabellera negra, vestía cota de malla color oxido, con botas amarillas. Todo en ella era de propio de Terra Roja.
El joven llego por fin a las habitaciones, se dispuso a tocar la puerta, y una leve voz femenina llamo para que abrieran.
Dento se estaba fresco, la reina estaba parada junto a un hombre sentado. Ella lucia un largo vestido blanco perla, su cabellera blanca por la edad se veia adornada por flores de colores. Y sobre esta, una corona de cristal.
El hombre sentado vestía de azul oscuro, su melena plata raleada por blanco le caía por los hombros. Giro despacio la cabeza y se podían ver las arrugas de la edad. Sus rostro se veía enmarcada por una corona negra con zafiros cuadrados.
-Mi señor príncipe- dijo el capitán de la guardia de la reina.- Lo llevaremos ante el rey.
El joven miro a la reina y después al rey.
- Mis reyes, a llegado. Dijo el joven.
El príncipe de Luna Llena, puso un píe sobre la madera enmohecida y el mar se sacudió.

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