La carroza se balanceaba mucho en aquel suelo irregular. Hacia dos Soles que había caído una tormenta provocando que el suelo se hiciera fangoso.
El corcel blanco con crin plata trotaba con dificultad, y en una ocasión casi se caía y con él la carroza.
-¡Deberian de sacrificar a ese animal!- Había dicho Nerizaba IV Anul Alun, señora de Cuarto Menguante. Su castillo de mármol gris y granito reposaba en el sur de Terra Lunas, cuidaba la entrada Roja. Su padre, Driaen II rey de Terra Lunas, le había dado el señorío de aquel lugar así como poderío compartido con su hermano menor Redidier I Anul Alun, señor de Gibosa Menguante.
-Madre, el caballo no tiene la culpa de que el terreno este así, a decir verdad, creo que hubiera sido mejor tomar un barco...
-¿Y viajar como vil vulgares marineros? Los dioses nos amparen- corto a su heredera, Neridád X, quien se hacia llamar como “Neirád la Fuerte." Es mejor y más seguro ir por tierra que por mar. El clima se veía favorable cuando salimos del castillo.
-Eso fue hace una Luna Muerta y una Luna viva. Estamos muy al norte, aquí el clima es diferente, lo sé porque lo leí en...
-¿Quieres callarte? Me produces más mareos que este corcel viejo. Salto su hermana pequeña, Atteline VI.
Dentro de la carroza, a demás de las princesas y su madre, iban cinco doncellas, dos eran para Atteline y otras dos para Nerizaba, la ultima era para Neirád. Todas iban envueltas en vestidos largos y bultosos, por lo que reducía el lugar.
-Mi princesa- Dijo la doncella de Neirád. Una joven de cabello crema y alta para su edad.- ¿Podria cantarnos la canción de los Lunas? Esa que dice «Mirad, mi dulce Luzda, lo que he hecho por usted.»
Neirád se compadeció. Se acomodo en su lugar, se aclaro la voz y canto.
-En esa montaña, levantare tu morada.
»Oh mi dulce Luzda, cuanto quisiera llegar a ti.
»Creare una torre, la más alta, solo para verte, oh mi dulce amada.
»Con piedras preciosas, adornare su punta, pues quiero que sea bella para mi dulce princesa.
»Llegare a ti, mi bella amada, y podre ser feliz con tu mirada.
»Mirad mi dulce Luzda, lo que he hecho para usted.
»Es la torre más grande del mundo y es solo para usted.
Unas cuantas lágrimas brotaron de los ojos de la doncella. Su madre la miraba con atención y su hermana yacía dormida.
-Esa canción, es una leyenda muy antigua- miro a las presentes. El caballo paso por unos baches y las sacudió bruscamente.- Era época de oro para personas con poder. Los dioses habían puesto un poco de ellos en la Tierra, pero Ghea habitaba en toda ella. Uniglax, el Padre, creo a los primeros hombres de piedra, seres bellos y hermosos. Pero su vanidad los llevo a la destrucción. Así que Uniglax los destruyo. Una vez limpia la Tierra, el Padre creo a los seres de metal, seres enormes, y aquello fue su perdición, aquellos lograron dominar el Gofirex Volantous (Fuego Volador.) Lucharon entre ellos al punto de extinguirse. El Padre los encerró detrás de una isla.
»Desesperado por crear algo que pudiera vivir en paz, recurrio a la Madre, esta le dijo «-Crea algo que sea igual pero diferente a lo demás, mezclalos, pero quitales algo.» El Padre lo hizo así, tomo la belleza de los primeros seres y la fuerza y poder de los segundos, así creo a la tercera raza, los Hunosmou.
»El primer Rey Lunae, salio de una aldea, camino por tierras extrañas, domino bestias y siempre persiguiendo su sueño, enamorar a su amada, la diosa Luzda.
»Se dice que vio una colina con el mar a su espalda, la escalo y supo que ahí seria, ahí lo construiría. Su mejor amigo, un joven de cabello dorado cuyo apellido seria legendario, recurrió a pedir ayuda a los Watgua. Estos crearon los muros. Pero no era suficiente, así que pidieron ayuda a los Stormtorm, estos crearon los salones y pulieron las piedras. Pero las torres las creo el joven Lunae, de cabello plata.
»Bueno, lo demás ya lo saben.
El caballo relincho y la carroza se detuvo de golpe, las princesas en su interior gritaron.
-Mi señoras, unos hombres de plata cierran paso delante.
La voz del conductor denotaba preocupación, Neirád miro a su madre.
-¿Logras ver los emblemas, Dufou?- Neirád pregunto.- ¿Cuantos son y a que van?
-Su emblema es una Luna larga y ovalada, son diez, mi princesa, y van a caballo.
-¿Fobos?- dijo su doncella, las demás miraban asustadas.- ¿No son vasallos de su tía, Ateliét II?
-Dufou, dejame salir- dijo Nerizaba.- Si son vasallos de mi hermana, no deberían cerrarnos paso. Dofou, apurate.
-Mi señora, el terreno es muy...
-He dicho, dejame salir.
-Madre- agrego soñolienta Atteline.- ¿Qué pasa? ¿Hemos llegado?
-No seas tonta, no dormiste veinte Soles.
La puerta de la carroza se abrió y lo húmedo del lugar invadió el interior, Nerizaba salio y con ella sus dos doncellas.
«Madre esta loca, no debió bajarse.» Pensó para si Neirád.
-Mi princesa, ¿cree qué ocurra algo malo?
-No, no pasara nada Beecka, estaremos bien, son vasallos de mi tía. Dijo Neirád para calmar a su doncella que la tenia abrazada muy asustada del brazo.
-Si algo nos pasa, espero salir viva de aquí, así puede ser que herede algo. Agrego su hermana.
-No diga eso, mi princesa. La miro una de sus doncellas, la de vestido verde, que estaba a su derecha.
-Dire lo que yo quiera y cuando quiera, tu no eres más que una doncella de baja cuna, no eres nadie para decirme nada.
-Atteline, no le digas eso a tu dencella, ella...
-Ella no es nadie, y deja de defenderlas, tu apego a doncellas se nota por todo el mundo.
-¿A qué te refieres?
-Solo digo lo que se escucha hablar en casa, hermana.
-Sí dices algo más juro que...
-Les tengo noticias, pequeñas aves, mi hermana nos espera no a más de dos Soles, su capitán de armada nos escoltara hasta su campamento.
-¿Acamparon por estos terrenos? Ya lo imagino, la gran Ateliét, montando un campamento, eso es de ver.
-¡No te burles de tu tía, Atteline!
-Por fin en algo que estamos de acuerdo, hermana.
Las doncellas ahogaron una sonrisa detrás de sus abanicos. Nerizaba subio, seguida de sus doncellas. La carroza se puso en marcha.
«Ojala esta tortura se acabe pronto.» se dijo mientras veía por una ventana.
«¿Qué dirán de mi en el castillo? Se lo que sea, estoy dispuesta a defender mi honor y orgullo, y aquellos que hablen de su princesa, me encargare de que sea la ultima vez.»
Neirád sonrió y miro a Beecka, escucho de pronto el caer de la lluvia, solo bastaba un relámpago para que ella se sintiera fuerte.
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La Ultima Luna.
Fantasi"Y cuando la oscuridad devore a la luz, la ultima luna saldrá." La familia gobernante de Terra Lunas se ve envuelta en una nube de chismes, traiciones y venganza. Tras la muerte del rey, la corona pasaría a su hijo Ottogio Anul Alun, heredero por...