Capítulo siete.

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Scott se envuelve en la investigación hacia el detective Joseph. Tras que Scott pasara varios días cerca de él e investigando su vida profesional y privada, termina encontrando una grieta en el impresionante y "limpio" detective. Su hermano, su debilidad más fuerte por la cual viene teniendo la mira puesta sobre mi. Tirar de ese hilo podría desenvocarlo.

Mientras lo investigaba, Scott encontró un almacen viejo al que siempre recurre el detective a investigar de forma anónima, hablando con diferentes personas que fueron familiares de las víctimas asesinadas por "el diablo". Tratando de averiguar alguna conexión entre los dichos, por ahora la investigación sólo lo lleva a la conectividad de las malas actitudes hechas por las víctimas las cuales están muertas ya. Lo que le de daba curiosidad al detective, y por lo cual me tiene como principal sospechoso, es porque supone que mis otras víctimas hicieron hechos atroces, siendo éstos: asesinos, violadores, pedófilos, gente en trata de personas, etc etc... Pero su hermano, era un estudiante común de la secundaria, de ahí es que Joseph caía, ya que su hermano no entraba en el patrón.

Joseph.

En estos instantes, puedo suponer que Frank estará refugiandose en su maldita mansión. Le doy una pitada a mi cigarrillo y lo tiro. No creo poder encontrar alguna prueba, solamente me queda esperar a que él salga a cometer un homicidio, el cual no se podrá evitar de ninguna manera. Sin el apoyo policial en la comisaría no puedo hacer que sea vigilado las 24 horas del día, eso me deja en problemas, mi única opción es esperar al lobo y cuando muestre sus colmillos, ver lo afilado que son sus dientes. Debería suponer también que hay alguien investigandome, y hablando de eso, me siento perseguido desde el inicio de la semana. Mis suposiciones no deben ser erradas, mi deber será esperar y quitarlo como sospechoso para que tome confianza en sus actos. Es hora de que aparezcas, diablo.

Dos semanas después...

Frank.

-Scott,  hoy quiero que crees el verdadero impacto.- Digo autoritariamente.

-Sí, señor-

Afueras de la comisaría de Sant Land.

-¡Detective, acaban de atacar la comisaría!- Grita Mackenzie.

Joseph sale de la comisaría abrumado con su nueve milímetros en mano, encuentra imágenes de su hermano asesinado pegadas en las ventanas de la comisaría...

El detective toma su vehículo y va a toda velocidad hacia mi hogar, la rata cae.

Joseph intenta tumbar la puerta de mi casa pero los demás oficiales llegan detrás de él y lo agarran de los brazos y sucesivamente, lo esposan.

-¡Sueltenme, ese maldito necesita morir!- Grita Joseph.

Bebo mi vino y exclamo junto a Scott -He vuelto-.

Mis víctimas, siempre asesinadas limpiamente, física y psicológicamente. Siendo creativo con sus cuerpos, hasta se podría decir que hago arte con ellos.
Ahora me están viendo como El Diablo, y no, no tengo doble personalidad. El diablo sólo es el yo que siempre escondo, que no dejo salir. Frank es una máscara, es algo en lo que me escondo para que nadie vea el monstruo que hay en mi.

Tengo mi propia sala donde guardo fotografías, las fotografías que les saco a mis víctimas mientras están en su último minuto de vida, sentir un recuerdo gracias a una fotografía es perfecto, grandioso.

Como ya he dicho antes, soy limpio. Es difícil identificar que hay un monstruo detrás de esta máscara. Tengo una buena reputación que cuidar, no deber... disculpen un segundo.
Corto los pies de una de mis víctimas y le pongo un pañuelo sucio en su repugnante hocico.
Volviendo al tema inicial, yo debo cuidarme, matar es mi estilo de vida y está prohibido. Frank y el diablo morirán si sale a la luz quien soy, por eso mi total control y cuidado al asesinar y vivir, ahora si les dejaré presenciar está muerte.

El lugar es una fábrica abandonada a mi nombre, tengo muchas en diferentes ciudades, barrios y hasta países para que la policía no logre sospechar, algunas funcionan y otras no tanto. Aquí suelo matar los fines de semana, el lugar es sombrío, con una buena luz y cerrado para que los okupas y drogadictos no entren.

Mi nueva víctima es Pedro Malagon, un famoso vendedor, pero no cualquier vendedor, es uno de mujeres. Su historial de pecados es largo, verdaderamente extenso, por eso hoy se llevará la pérdida de cordura y la muerte, que es lo más temible para todos.

Tras cortar sus pies empiezo con la extirpación de sus testículos con un cuchillo de carnicero, Pedro tiene inyectado adrenalina para estar atento y no desmayarse, le quito sus amados testículos y él de tanto sufrimiento, más mental que físico, logra escupir el trapo puesto en su boca y a gritos pregunta -¡¿Por qué?!- su llanto era único, no debería de porque darle una respuesta pero se merecía aunque sea su motivo de muerte.

-Dejame beber en una copa tu torrente sanguíneo, mi señor. Dejame observar tus ojos muertos, bella bestia. Dejame comer tu carne putrefacta, nene. Tu muerte me alimenta porque tú eres único al crear el mal, por eso mueres, porque me alimenta- Le respondí sonriendo y terminé ejecutándolo, cortando su garganta, rápidamente. Empezando desde su oreja izquierda, siguiendo por la yugular y terminando en su oreja derecha.

La verdad, estoy muy feliz con este asesinato, me siento lleno y pleno, ojalá pudiera asesinar personas así más seguido y hablar con ellas, pero no quiero caer en trampas, además cabe mencionar que la mayoría de estas ratas son como yo, burgueses casi intocables, ojalá matará a estas bestias todos mis días, sería como para un niño comer helado todos los días, espléndido.

Terminando el trabajo, tomo una foto, quemo evidencias, cuerpo, etc.. etc... la parte aburrida. Llego a casa para darme un baño mientras dejo esa foto en mi espejo para verla al salir de la ducha. La observo unos minutos y le pido a Scott mi brillante vino.

Joseph, fallaste.


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⏰ Última actualización: Sep 19, 2018 ⏰

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Sant Land - I'm A PsychopathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora