Carta.

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"Padre, madre..."

Escribía bajo la tenue luz de mi vela, la tinta fluía de forma limpia de mi pluma mientras la ventana me dejaba deslumbrar la luna que se posaba bajo las cortinas de aquella enorme ventana.

"Para este momento, 24 de diciembre de 1749; según nuestro calendario cristiano, se cumple diez años desde la ya partida de nuestro querido hermano e hijo, he perdido la comunicación con ustedes por culpa del deficiente servicio postal el cual demora una eternidad en poder hacerme llegar sus mensajes; por ende muchas veces recibo paquetes dobles donde veo sus saludos alegres en la primera carta y la respuesta simultanea regañándome por mis últimos envíos."

Di un leve suspiro en la habitación, agitando al fuego de la vela, la cual alboroto las sombras de aquella habitación de oficina, para luego alivianarse dejando ver en la habitación la silueta encorvada de mí decrepita persona. Frente a mí, observándome con una mirada helada y distante, ajena a todo sentimiento sobre mí y sobre el mundo mismo, se encontraba el responsable de obligarme a escribir tal confesionario.

— ¿Hasta cuándo me veras con tal indiferencia? —Le pregunte algo agitado.

La respuesta nunca llego, no podía hacer nada más que ver como se burlaba de mí en mi propia cara, se mofaba de mí arrepentimiento y de mi cobardía, de la soledad que veía arrastrando hasta aquel día, me veía obligado no obstante a tener que mirarle de forma fija a sus ojos, sin saber que buscaba, solo podía sentir cólera ante su rostro vacío, ante su mirada desinteresada y su inexpresión, ante el reflejo que daba de mí ya casada y envejecida persona.

— ¿Hasta cuando planeas engañarte a ti mismo? ¿Cuándo dejaras de evadir tu culpa? —Pregunto, rompiendo el silencio de forma seca.

Sus palabras aturdieron mis pensamientos al momento de escuchar tan palurda pregunta, ¿Cómo era posible que me culpara a mí de las consecuencias causadas por una enfermedad? Era una estupidez acusarme por tales cosas, era una pregunta que solo generaba enfado ante la absurdez e innecesaridad de la misma. Siempre trate bien a mi hermano, siempre me porte bien con él y me esforcé por educarle como se me había asignado en su nacimiento. Era solo un intento de chocarme el cual no llegaba a ningún lado.

—Solo te portaste bien, allí tienes tu problema...—Prosiguió él con su queja, como si conociera mis pensamientos mejor que yo.

Ignore sus palabras, prosiguiendo mi escrito sin malgastar mi concentración en él.

"Siento real lastima por la noticia, a la lejanía de la ciudad tuve que enterarme tres meses tarde de la desgracia que acontecía y hoy planeo brindar una copa por él. Busque el mejor vino de la ciudad, el que a su vez era su favorito a la hora de desvelarse en las reuniones familiares."

—Solucionas todo con alcohol, buscas una realidad donde no tengas responsabilidad sumiéndote en el vicio de aludir a tus sentidos, ¿Qué tan miserable puedes ser buscando alegría en la bebida con la excusa de ser la preferida de tu hermano?—Reprocho él.

Ya me estaba hartando con sus incoherentes acusaciones, con sus rebuscadas conexiones entre lo que mis manos decían y lo que su atróficamente, incapaz de juzgarse a sí misma por juzgar siempre lo ajeno, pensaba de mí.

— ¡Cállate! —Mi pecho se punzaba, como si fuese golpeado por un cincel de forma repetida— ¿Qué puedes saber tú de que soy o no responsable? —Le objete.

Carta a un difunto.Where stories live. Discover now