Historias Para Recordar

Mi pequeño amigo

Abrí los ojos y me topé con otros totalmente azules. Hacían que todo desapareciera a mi alrededor. Parecían querer decirme algo que no llegaba a comprender. Transmitían tranquilidad y seguridad, como si te hicieran la promesa de que nunca te iban a dejar.

Cuando dió un paso atrás lo pude analizar entero. Cuatro patas, pelo gris y blanco, orejas grandes y puntiagudas... Entonces se sentó, sin dejar de mirarme. Esperando a que me diese cuenta de lo que me quería decir, pero por mucho que lo intentase, no lo sabía.

Pasaba el tiempo, pero el cielo no oscurecía. De repente, momentos de mi vida recorrieron mi mente. Y en todos ellos había una persona que recordaba muy bien. Alguien a quien hace poco había perdido, se había ido y nunca pensé que volvería a estar conmigo. Al mirar de nuevo a mi pequeño amigo me di cuenta de quién era, esos ojos azules habían llenado mi infancia de risas y carcajadas. Cerré los ojos para volver a vivir todos esos momentos, mientras una lágrima me recorría. Pero, cuando los volví a abrir, ya no estaba. Cualquiera hubiese dicho que era una despedida. Pero entonces supe que no era realmente así. Lo iba a recordar toda mi vida, se había instalado en mi mente y en mi corazón. Eso llenó el vacío que había sentido.

Cuando desperté, vi que había sido un sueño. Pero a veces los sueños pueden ser reales, solo si tu quieres que lo sean. Todo está en nuestras mentes y lo que creas que es real, lo será.