En su aula y con Hoseok sentado a su lado; el que estaba hablando de quién sabe qué, se encontraba Taehyung observando reír a Jungkook con un chico de clases superiores a las de ambos.
Habían pasado exactamente dos meses desde su “pequeño" incidente con el menor, y este ya ni siquiera volteaba a verle.
Cada movimiento que YoonGi hacía para el castaño era seguido por la intensa mirada del pelirrojo, cada una de las caricias en el cabello del menor, cada sonrisa tímida que Jungkook le regalaba.
Su paciencia comenzó a perderse cuando alcanzó a notar un fuerte color rojizo en las mejillas de su novio; sí, porque Taehyung aún lo consideraba así, inconscientemente nunca aceptó su separación.
Nadie más que él podía sonrojar a Jungkook, nadie podía mirarlo de la forma en la que el peligris lo estaba haciendo, nadie lograba derribar tan fácilmente las barreras del menor de todos.
Él mejor que nadie sabía lo difícil que era ganar la confianza de alguien como Jungkook.
Cuando comenzaron a salir, el menor siempre ponía alguna excusa para no tener una cita, sin embargo no lo hacía porque no quisiera sino porque era demasiado inseguro tanto con su actitud, como con su apariencia.
Era como si creara algún tipo de barrera o muro para no salir lastimado, esos que él de alguna o de otra forma había logrado atravesar.
Se sentía especial, en definitiva se sentía el rey del mundo cuando Jungkook lo aceptó como pareja, recuerda haberlo sostenido en el aire mientras regaba besos por toda su cara, recuenda el tono tan rojo que alcanzaron las mejillas del castaño, también como aún con timidez el más joven tomó la iniciativa de besarlo por primera vez en los labios.
Demonios, su relación era tan bonita.
¿Cuándo se arruinó tanto?
Es tu culpa
Su maldito subconsciente lo torturaba con eso mientras aún veía por la ventana a Jungkook acercarse más a su acompañante, cada vez la distancia se acortaba más y vió al mayor cerrar lentamente sus ojos.Apartó la vista, no podía ver a alguien más besar esos rosados y delgados labios, no podía pensar en que los tuvo por tanto tiempo y no los aprovechó, las veces en las que el menor casi rogaba por aunque sea un roce aparecieron en su mente, recordándole lo miserable que era.
¿Debía dejar de verlo como su novio ahora?
En definitiva esperaba que el menor regresara con él, porque joder, lo extrañaba tanto, nunca pensó que ante su ausencia el pecho le dolería de esa forma, jamás imaginó lo mucho que lo necesitaría, nunca había sentido tanto remordimiento hasta ahora.El timbre sonó y, como acto reflejo desvío su mirada hacia donde estaba el menor con el peligris, habían dejado ya el lugar.
Todos sus compañeros salieron empujandose, chocando una que otra vez con la puerta haciendo así que un sonido irritante llenara el lugar, las risas parecían lejanas, parecía que se estuvieran burlando de él, parecía que le estuvieran recordando todo lo que hizo mal.
Cuando sintió el sabor metálico en su boca supo que había estado mordiendo su labio, provocando así que en este se abriera una herida, sin embargo no le dolía, no como su pecho lo estaba haciendo.
Sintió como tironeaban de él para levantarse, supuso que era Hoseok, nadie más se interesaría en él.
No quería irse, no quería levantarse, mucho menos cruzarse con los que estaba seguro que ahora eran pareja.
El nudo en su garganta le estaba impidiendo respirar correctamente, en cuanto sintió su vista nublarse agachó la mirada fijandola en sus zapatos perfectamente limpios, Jungkook lo habría felicitado por la dedicación en dejarlos así, siempre lo felicitaba por cosas tan simples, pero que lo hacían sentir tan bien.
Y así, recordando al tímido castaño y mirando hacia sus zapatos, la primera lágrima salió de sus ojos.
Rodó por su mejilla izquierda, deslizándose sin una ruta fija hacia su mentón, se quedó un momento ahí, entre lo que la sostenía y el vacío, un segundo después descansaba sobre aquellos zapatos, que ahora ya no estaban tan relucientes debido a las demás lágrimas que llegaron ahí.
Levantó la mirada, ya no había nadie, ni Hoseok.
Se levantó y dirigió a la salida, no podía continuar ahí, no al menos ese día.
Estaba soleado, era como un contraste entre sus lágrimas y los rayos del sol iluminadolas.Llegó a casa y se encerró en su cuarto, pensando en todo una vez más.
Quería ser una mejor persona, una que pudiera merecer a alguien como Jungkook a su lado; sin embargo no culparía al menor en caso de ser rechazado, no tenía derecho a sentirse mal, no después de todo lo que él lo había lastimado.
No había razón por la que lo hubiera tratado así, no la había, era tan tonto y ahora lo sabía.
El menor estaría mucho mejor sin alguien tan tóxico a su lado.
«Sin alguien como yo»
Se repetía Taehyung una y otra vez.Algunas veces es necesario soltar personas, es de vital importancia el hecho de que ambas personas se encuentren bien. Y ahora Tae, ya lo había descubierto.
Aún con lágrimas en los ojos, y los sentimientos rotos por algo que él mismo provocó, corrió al encuentro de Jungkook, seguro ya había salido de la escuela.
Cuando por fin estuvieron frente a frente...
Él solo pudo disculparse, y llorar en sus brazos como todo un bebé, no había forma de calmarlo ahora.
«Yo soy el que te deja libre» dijo cuando lo besó por última vez.
Necesitaban tiempo y distancia. Ambos necesitaban sanar, para así recordar su primer amor como algo hermoso, algo que probablemente cuando ambos estuvieran mejor... Retomarían.Pero no ahora, porque los mejores para siempre, son los que no se dicen. Los que solo ocurren, y si su destino era estar juntos, seguramente se volverían a encontrar.
Jungkook estaba confundido, pero lo había extrañado más de lo que quería reconocer. Así que solo lo abrazó hasta que el mayor decidió que era hora de partir y empezar de nuevo.
Tae se separó y retrocedió, al momento volvió a caminar hacia el menor.
— Hola, yo Soy Taehyung, seguro te gusta el vecindario — dijo mientras extendía su brazo hacia el castañito, y esté lo tomó — Mucho gusto en conocerte... —
—Jungkook — completó el castaño — soy Jungkook y... El gusto es mío Taehyung. — con una última caricia, soltaron sus manos.
— Adiós — susurró el mayor mientras se alejaba, ocultando sus lágrimas. Había hecho lo correcto, se equivocó una vez, pero no volvería a lastimar a ese indefenso ser que no había hecho más que amarlo.
— Adiós.
Escuchó.
Porque una relación sin confianza y con dos personas tan heridas. Era solo eso. Una mentira.