Capítulo 1

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Afuera la nieve no paraba. Pensé en el frío que sentiría cuando saliera del establecimiento donde la calefacción era placentera y contraria a la época del año donde nos encontrábamos; el invierno.

En medio de nosotros, una vela estaba encendida. Me distraje por medio minuto observando la quietud de la llama que jamás iba a agrandarse, sino a desaparecer cuando la cera ya no pudiera seguir manteniéndola. La mujer que se hallaba frente a mí fue la que retomó nuestra charla y con ello, el motivo por el que nos habíamos reunido.

—Entonces, ¿qué es lo que tienes? —Su voz, tan firme, pero a la vez tranquila, me brindó la confianza que necesitaba para proseguir—. Me interesaría verlo.

Como todo un amateur emocionado por una posible gran oportunidad, busqué a toda prisa el sobre que guardaba en mi maletín. Era grueso por la cantidad de fotos que había traído como muestra del talento que desarrollé por años. Se lo tendí con la mayor seguridad posible; no temblé cuando elevé la mano en su dirección.

Mientras lo abría, yo entrelazaba los dedos y jugueteaba por debajo de la mesa. Los latidos de un corazón emocionado se hicieron presentes con mucha rapidez. Me dije a mí mismo que todo saldría bien, que no debía mostrar mi nerviosismo ante una figura tan importante como lo era ella.

Mantuvo el manojo de fotos en las manos, las pasó una por una cada vez que sentía haberlas visto con el detenimiento suficiente. Me sabía el orden de memoria, conocía en qué número exacto la temática de las fotos cambiaría. Empezó por los retratos que tomé a escondidas desde mi balcón a la ventana de él.

En unas tendía la ropa, en otras abría las cortinas. Las que a mi parecer eran todo un símbolo de la cotidianidad, eran las fotos donde él se hincaba en su mesa de patas muy cortas para comer o arreglar alguno de sus variados kimonos.

—Cuentas con un concepto interesante. —Al parecer, había leído con suma facilidad aquel primer concepto que saltó de golpe a su vista—. Pero no me convence del todo.

Desde antes de salir de mi apartamento, yo esperaba una respuesta similar al menos para las primeras fotografías. Estas no eran más que una pequeña prueba de lo que después le esperaría, cuando avanzara poco a poco en las fotos y lo conociera mejor a través de un momento inmortalizado con mi cámara.

Ha pasado las primeras diez.

Y sin el interés suficiente, a decir verdad. La primera parte de lo que podría ser una futura galería, había terminado. Era momento de pasar a las que retrataban parte de su vida íntima, ya dentro de su entorno y bajo su autorización.

Acomodaba algunas cajas, limpiaba su gran ventana. En otras más, capturé el momento justo cuando lo llamaba por su nombre y él se giraba expectante de las palabras que pudieran emerger de mis labios. En una de mis fotos preferidas, se recostaba hacia la izquierda de su cama por el cansancio de la mañana. La cámara lo captó con su frecuente inexpresividad, párpados entrecerrados y labios casi horizontales mientras el sol directo le pegaba en el rostro pálido. En la otra, tocaba el shamisen en el balcón para practicar; un cielo gris atardecía a su espalda.

En ese momento, cuando llegó a ambas fotografías, se detuvo mucho más tiempo. Las acercó a su rostro, las examinó de arriba abajo con cierto brillo en la mirada que no era nada más que una buena señal.

—¿Sonaré grosera si te pregunto por su sexo? —Bajó el par de fotos para mirarme a los ojos. De inmediato negué con la cabeza—. Es una persona bastante andrógina.

Quizás dudaba por la finura de su rostro y su larga cabellera espesa, negra y lacia, sin mencionar su delgadez. Al principio yo también tuve esa misma duda. Le esclarecí que era un hombre, cosa que le sorprendió más de lo que yo hubiera esperado.

El balcón vecino [BL-GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora