Castigo

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La pequeña niña gótica se encontraba escribiendo en su libreta de poemas, cuando de pronto siente dos cálidas manos recorrer su suave piel en esos bien torneados muslos para una niña de su edad. Ella sabiendo de antemano de quien se trataba, no dejo de temer cuando este recorría sus muslos hasta llegar a ese pequeño y blando trasero redondo. De pronto la presencia que ya se encontraba encima de ella se le acerco lentamente al oído y casi susurrándole llamo su atención.

"Ya es hora de que recibas tu dosis diaria de amor de parte de tu querido hermano mayor."

Dejaba salir una pequeña sonrisa mientras en sus ojos ardían con las más mundanas y retorcidas emociones de lujuria.

La pequeña niña gótica como siempre, le pide que se detenga.

"Por favor hermano mayor. Ya no más te lo suplico. Cada vez me hace sentir más culpable de todo esto, además de que cada vez que lo haces siempre terminas lastimándome.

Entonces se pudo escuchar una risa reprimida y descarada de parte de su verdugo que ya hace mucho se sentía dueño de su cuerpo.

"¿Es que eres estúpida? te creía más inteligente que Lynn." Se coloca en la parte inferior de ella sobre encima de sus pantorrillas para admirar su hermoso trasero. "Todo esto es tu culpa, no te pedí que me tentaras con este hermoso cuerpecito de piel pálida que me pide a diario que te folle sin parar, aun si tú no estás de acuerdo con esto."

Así sin más, aquel animal, enfermo de lujuria por el pequeño cuerpo de su hermanita a la que él tenía que proteger de personas como él, comenzaba con su faena de siempre llena de humillación sin ningún ápice de culpa por lo que estaba haciendo mientras le quitaba sus diminutas pantaletas oscuras de niña, que al verlas su humor cambio drásticamente expresando enojo.

"¿¡Que jodida cosa significa esto!?"

La toma de su cabellera negra como la misma noche, y la jala asía tras, quedando su cuerpo arqueado.

"Te pregunte. ¿¡Que significa esto!? ¿¡Donde está la ropa interior que te compre!?"

La pobre gótica temblaba de miedo asía su hermano mientras este la sacudía enojado de la greña.

"Se... se me... se me olvido ponérmelas." La podre tanto era su miedo que inevitable le fue imposible aguantar el llanto. "Perdóname... perdóname... no me castigues. Aun no me recupero totalmente de la otra vez.

Su hermano al verla llorar la suelta, pero no porque sintiera lastima. Sino porque la petición de ella la molesto a un más.

"Pero porque tengo que hacer lo que me pide mi pequeña perra."

Entonces el tomando buna de las sabanas de la cama, le ata las manos detrás de su espalda.

"Ahora si te daré una buena razón para que llores. Espero que esto te enseñe a que siempre le tienes que obedecer a tu hermano."

Luego puso a su pequeña hermanita con la parte superior boca abajo sobre la cama quedando medio cuerpo sobre el colchón. Mientras, sus pequeños y delicados pies quedaban flotando a escasos centímetros del suelo, y su blando y bien torneado par de glúteos le dejaban ver al trastornado de su hermano una hermosa vista de lo que estaba a punto de mancillar otra vez, como ya tantas veces antes.

"Si... de esto estaba hablando." Dejaba ver la idea que tenía. "Eres en verdad afortunada que tu querido hermano sea capaz de admirar tu hermoso trasero."

Su pequeña hermana al oírlo, le dio una sensación de malestar estomacal; pues ella consideraba tal cosa demasiado perversa y retorcida, incluso para ella.

El Perverso LoudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora