Luzbell, la nueva Alicia.

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"¿Dónde estoy? ¿Qué hago yo aquí?"

Toda una serie de preguntas acuden a mi cabeza, mientras camino entre los negros árboles que me rodean. No sé, ni siquiera, cómo he acabado aquí. Sólo recuerdo entrar a mi casa, abrir la puerta de mi habitación y, finalmente, encontrarme a mí mismo caminando por un lugar que desconozco, completamente perdido. Ahora visto un traje totalmente negro, con una corbata granate. Eso es el único cambio que he notado en mí. Pero no he conseguido espejo ninguno, y no sé si habrán más cambios físicos. Y no me siento mal en absoluto... Así que creo que estoy bien, después de todo. 

- ¿Andas perdido, pequeño Luzbell?

Una escalofriante voz llena el ambiente por completo, y un escalofrío, mi espalda. Miro a todos lados con apuro. Pero no veo a nadie. Factor que me tensa. ¿Acaso estoy soñando? Nah, seguramente habré comido algo en aquel restaurante que me ha sentado mal. Quizás aquel arroz blanco estaba pasado… O puede que aquella tortilla francesa con queso no estuviese bien. O tal vez la forma de cocinar es la que me está haciendo delirar.

En cualquier caso, no lo sé.

Pero debo de estar completamente loco.

- Pequeño, diminuto Luzbell. Tan pequeño, pero tan grande a su vez… Me encanta.

Ahora estoy seguro se que lo he oído. Una voz suave, de hombre, pero con una entonación irónica.

- ¿Quién anda ahí? - alzo la voz - ¿Qué quieres?

- Oh, Luzbell, torpe Luzbell… - la voz suspira - Querer, no quiero más de cuatro cosas… Pero son cosas que nadie me puede dar, ¿sabes? O, al menos…

No veo a absolutamente nadie. Y la preocupación me llena. ¿Quién me habla y por qué lo hace? ¿Cómo sabe mi nombre?

- ¿Sa… Sabes quién soy yo? - pregunto a la nada.

Noto una voz a mi espalda, justo en mi oído.

- Claro que lo sé.

Me doy bruscamente la vuelta, y trato de buscar el origen de la voz.

Pero sólo veo un gato negro.

Con vetas y ojos azul turquesa y una sonrisa macabra.

- ¿Un gato?

- No soy cualquier gato - responde el animal, manteniendo la sonrisa.

Impresionado, retrocedo unos pasos, asustado completamente. ¿Un gato que habla? ¿Y qué sonríe? ¿Desde cuándo existe una cosa así?

El temor me invade y me sigo alejando. Pero noto a alguien detrás de mí.

Cuando me giro, veo a un individuo encapuchado. Me saca algo más de una cabeza, y tal es el susto que me he llevado que caigo al suelo, a sus pies.

Y lo observo fijamente. Va todo vestido, de arriba a abajo, de oscuro, con rayas turquesa en algunas partes de su cuerpo. Tiene puesta una extraña chaqueta, con una enorme capucha que le tapa la cara, con dos formaciones similares a orejas de gato.

Sus piernas son muy esbeltas y bien formadas, con unas botas negras, cuya suela es también turquesa.

Vuelvo a levantar la mirada.

Dos ojos del mismo tono azul brillan bajo la sombra de la capucha, mirándome casi con avidez, como gato a un ratón. Me muerdo el labio.

El individuo sonríe, de forma macabra, igual que el gato. Logro entrever una barbilla delicada, casi como la de una niña.

El individuo ríe levemente.

- Torpe, lindo Luzbell.

- ¡¿Cómo sabes mi nombre?! - exclamo, presa del pánico - ¡¿Qué sabes de mí?!

El Gato de Cheshire (EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora