Ni soy experta en el amor ni sé cómo funciona esto del corazón.
A veces tengo más miedos que ganas, y sé a ciencia cierta, que hay miles mejor que yo.
Puede que no me ilusione con nada,
o que de repente llegue una persona y me haga querer tirarme de cabeza desde un avión, y sin paracaídas.
No creo en los cuentos de amor, lo mío es más de Romeo y Julieta, en el que el final es trágico para los dos.
Pero morimos queriéndonos más que nadie.
No sé dormirme si hemos discutido previamente y me cambia la cara cuando algo por dentro me duele, aunque intente por todas evitar que así sea y acabe hablándole a la almohada de las cosas que me queman.
Soy una persona orgullosa, y me cuesta buscarte si no veo interés, si nuestras conversaciones acaban únicamente en una risa fingida o si me pones un puto emoticono como despedida.
Pero también te diré, que te puedo abrazar como nadie entre letras, que pienso hacerte inmortal en mis textos y que cada vez que me busques, voy a darte la mano para que te pierdas conmigo.
Soy torpe, siempre estoy dándome golpes con todo, con los muebles, con las puertas, sobre todo con la vida; pero ojalá nunca me "descaiga", porque lo aprendido,
ya nadie me lo quita.
Nunca me ha gustado lo fácil ni la hipocresía, los sincericidios son lo mío y acostarme de madrugada.
Buscaré antes un abrazo que un beso aunque nunca te lo pida y si duermo contigo ocuparé el 75% de la cama.
Siempre tengo la habitación desordenada y la ironía es que soy una maniática del orden; quizá es que simplemente se parece a mi vida y todavía no he sacado tiempo para organizarla.
Han intentado cambiar todo esto muchas veces,
y muchísimas más cosas que no he querido ni nombrar,
han buscado romperme, y a su manera con pegamento, volverme a montar.
No, no iba a funcionar.
Puedo ser un caos y puede que nunca me entiendas,
pero te recuerdo que un caos siempre ha sido libre y que nadie le sujeta.