decidió acostare sin dormir.

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Decidió acostarse sin dormir. Solo él y las sombras que se apoderaban del lugar. Rápido. Una caballada muda de negrura que corre a través del espacio. Sus ojos se acostumbraban a la sombra y las manchas renegadas de oscuridad, lo asolan hambrientas donde hace un momento hubo luz. Él, queriendo aferrarse a la seguridad de la ya remota claridad, entiende de pronto. El creciente zumbido en su cabeza lo asusta, pero no lo suficiente como para despertar. Lo conoce ahora todo.

No es de noche. No es de día. No hay tiempo. Y ahora tampoco hay luz. Solo está el. El y las sombras que se apoderaron del lugar.

Siente todavía. No ve, pero escucha. Su respiración es lo único real para si mismo en este momento y se empeña en que siga siendo real. Exhalar e inhalar. Irregular. De pronto olvida hablar, pero escucha su respiración, hecha lenguaje. Cada apnea es una plegaría. Imágenes, sin figura, color o sentido llenan el vacío en su mente. Piensa en un dialecto primitivo, en uno puro, el de los no natos y los privados del sentido.

Sus ojos lloran, pero no de tristeza ni felicidad, tan solo recuerdan otra vida. Ni siquiera se percatan ya de la preguntas de su antiguo amo. El ya no siente. Su cuerpo liberado ahora es su propio dueño, aunque lo sea por un breve momento, hará lo que le plazca y quiere llorar porque puede llorar sin él.
A él tampoco le importa. Ahora es energía y siente libertad de lo físico, puede correr con la caballada de negrura con el único precio de olvidar quien fue. No siente pena, porque decidió acostarse sin dormir. Su cáscara enfría.

Tal vez cuando vuelva a despertar considere ser feliz.

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⏰ Última actualización: Nov 24, 2021 ⏰

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