Te Preparare Cúando Sea Necesario

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Segun Miguel todo esto era culpa de Hiro. Si le preguntarán a Hiro el diria que si en efecto era su culpa pero Miguel no había ayudado. Había estado trabajando en una máquina que fuera capaz de transferir por periodos cortos de tiempo las memorias de una persona a otra.  Llevaba varios días encerrado en el laboratorio de su departamento perfeccionando su invento cuando Miguel había llegado a visitarlo, llevando comida preocupado de que el genio intentara subsistir a base de bebidas energéticas y sopas instantáneas.

Hiro lo había recibido de buena gana, siempre le hacía bien recargar baterías viendo a su querido novio. Llevaban solo un par de meses de salir aunque habían sido amigos por más de dos años, tiempo que había pasado en su mayoría enamorados el uno del otro pero aterrados de dar el paso hacia un noviazgo.

Hiro estaba tan relajado por la presencia de Miguel que no se dio su cuenta de que éste se había acercado demasiado a su invento y que tenía mucha curiosidad en sus ojos cafés. Cuando se volteó era demasiado tarde, solo pudo observar como Miguel tomaba una de las partes de la máquina y salir corriendo para intentar detenerlo. Con una pequeña explosión se había hecho un corto en la instalación eléctrica y ambos terminaron en el suelo desmayados.

Al volver en sí se cuenta de inmediato que algo estaba mal. Hiro se sentía mucho más pesado y largo que de costumbre, su cabello no le llegaba a los hombros y estaba seguro de que  no tenía manos callosas de músico. Volteo a ver esperando lo peor y en efecto ahí estaba su cuerpo pero él no estaba en él. Entrando levemente en pánico fue corriendo a su cuarto donde pudo confirmar frente a su espejo que estaba en el cuerpo de Miguel.

A pesar del pánico que se estaba asentando en su pecho se quedó fascinado viendo el cuerpo de su novio. Rayos él sabía que Miguel era muy apuesto pero verlo desde este punto era muy diferente. Movió el brazo para sacar el músculo del bíceps y se quedó encantado de ver lo fuerte que era ese cuerpo. Aun asi no podia dejar de lado que no era su cuerpo, que tenía que ver la forma de arreglarlo, idealmente antes de que Miguel despertara.

Este plan no iba a funcionar ya que el mexicano había despertado y estaba buscando a Hiro, entrando al cuarto aún mareado por la explosión.

-¿¡OYE QUIEN ERES Y QUÉ HACES EN LA CASA DE MI NOVIO!?- gritó al ver a un extraño parado en el cuarto de Hiro.

Cuando se volteo se llevó un gran shock, era...¿el? Pero no era él, porque él estaba parado en la puerta. Un vistazo rápido al espejo lo dejó ver que quien estaba parado ahí era Hiro...pero ¿QUE DEMONIOS?

-Miguel, necesito que te tranquilices- le dijo Hiro en intentando calmarlo.

-¡¿Qúe me tranquilice?!- gritó Miguel acercándose en el espejo- No inventes, Hiro. Este cuerpo no es mio. ¿Qué chingados pasa?

-Es la máquina en la que había estado trabajando. Aún no estaba lista y cuando la tocaste hizo corto- empezó a explicar con paciencia- Te dije que no tocaras nada.

-No me intentes echar la culpa-le dijo el músico aún histérico- Deberias ponerle un letrero a las cosas que pueden explotar.

-No lo considere necesario en mi laboratorio privado- le contestó haciendo una mueca de enojo que se veía muy rara hecha con la cara del alegre mexicano- Arreglarlo no será difícil, solo necesito algo de tiempo.

-Eso espero- le dijo más calmado- No creo poder tocar con tus manos, están demasiado largas.

-Tranquilo. Aunque primero deberíamos cambiarnos de ropa- recomendó apuntando a las vestimentas que habían salido chamuscadas por la explosión- Toma lo que quieras del closet.

Se empezaron a cambiar como lo habían hecho miles de veces cuando aún eran solo amigos. Esto no era algo que hubieran hecho desde que habían iniciado su relación y lo raro de la situación lo volvió bastante incómodo. Se volvió más tenso cuando se quedaron en ropa interior y buscaban un cambio porque al parecer esta había quedado aun mas quemada que sus playeras.

Hiro se quedo viendo el cuerpo de Miguel en el espejo y pues...se dio cuenta que había algo muy en particular que no era suyo. Esa parte de la anatomía de Miguel era algo que él no conocía de primera mano ya que no había pasado a esa etapa de su relación. Era... algo más grande y ancho de lo que esperaba.  

Mientras tanto Miguel le daba la espalda al espejo, viendo sobre su hombro y tocando el trasero del cuerpo de Hiro. Definitivamente esos glúteos no eran suyos, pero que bonitos y bien formados estaban. Lo había llegado a tocar alguna vez pero no era lo mismo que tener la libertad de hacerlo cuanto quisiera.

-Oye ¿qué haces?- preguntó molesto el japonés al ver al mexicano manosear su cuerpo.

-Pues...¿disfrutando de tu cuerpo?- contestó algo nervioso- Es muy bonito, todo delgadito pero aun asi tienes un trasero y piernas impresionantes.

-Claro yo aqui entrando en pánico por lo grande que eres y tu me andas toqueteando- le soltó sin querer.

-Tecnicamente me toqueteo a mi mismo. Espera...¿grande?- puso una cara de confusión mientras conectaba los puntos- Ooooh, cariño.

-Déjame, tú no oíste nada- le reclamó avergonzado.

-Tranquilo, cuando sea tiempo de que tomemos ese paso tendré todo el cuidado del mundo- le aseguró con una sonrisa y un guiño- Me aseguraré de preparate muy bien para mi.

-Miguel, ya callate y vístete. Carajo- le dijo terminando de vestirse y saliendo hacia el laboratorio para arreglar este embrollo. Miguel solo se rió.

Realmente no fue difícil arreglar la maquina, solo había sufrido daños menores. En la misma tarde habían regresado a sus cuerpos y decidieron implementar la regla de que Miguel tenía prohibido tocar cualquier cosa del escritorio de Hiro. Aun así el pobre genio no se salvó de varios chistes sobre si podría manejar cosas grandes durantes muchos días.  

  

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⏰ Última actualización: Jun 08, 2018 ⏰

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Este trasero no es mioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora