Parte Única

4.7K 341 428
                                    


Chuuya observaba su reflejo radiante frente al espejo de cuerpo entero que estaba dentro de la blanca habitación de hotel, el hotel más caro y lujoso que había encontrado para la ocasión. Vestía un traje negro de gala, camisa pulcramente blanca, un corbatín azul, escogido por el novio, guantes negros, y por supuesto su infaltable sombrero. Junto a él Kouyou, Mori y Elise le miraban orgullosos. 

- ¿Estás seguro de lo que vas a hacer? aún puedes arrepentirte - decía Kouyou tocándole el hombro

- Ane- San... es la tercera vez que me lo preguntas, estoy seguro... creo, joder no lo sé, pero ya que, estoy aquí... lo he decidido, me casaré con Dazai y nada podrá cambiar eso- respondió encogiéndose de hombros mirandoles seriamente 

- Es con Dazai... y Es para toda la vida - susurró Mori sonriéndole

- Existen los divorcios - exclamó Kouyou preocupada intentando de convencerle que no lo hiciera

- Y los accidentes - replicó el azabache sin dejar de sonreir mientras acomodaba el vestido de paje de Elise

El pelirrojo bufó ante las últimas palabras que había pronunciado el jefe de la mafia, y es que, él sabía perfectamnte que Dazai era un imbecil de proporciones bíblicas pero le amaba más que a nadie en el mundo, y si el idiota quería casarse para que se lo demostrara, lo haría. Hacía ya mucho tiempo que no se negaba a nada de lo que le pidiera el castaño, ya no ocultaba que lo quería, no se ocultaba para darle un beso o tomarle la mano. Había decidido amar sin negarse, sin peros y sin vergüenza alguna. Si iba a perder todo en algún momento de su vida, no le importaría si ya había amado y hecho las cosas a su manera. Esta era la culminación. El punto máximo. Ahora venía la plenitud, nada más. 

Tres golpes en la puerta alertaron al ojiazul. La puerta se abrió y un sombrio rostro de ojos grises apareció entrando en la habitación para anunciar que ya era hora. Akutagawa vestía un traje negro completo, como siempre pero tenía una rosa roja en la solapa de su chaqueta, probablemente puesta ahí por el chico tigre. 

- Chuuya- San, está todo listo... los invitados esperan... - hablo solemnemente Akutagawa quien estaba acompañado de Higuchi - aun puede arrepentirse... 

- No me voy a arrepentir - gruñó el mafioso apretando puños y dientes - ya vamos, terminemos con esto

Se acomodó el corbatín y el sombrero una vez mas mirandose al espejo, sonrió emocionado  y salió de la habitación junto a sus acompañantes. Estaba nervioso, ansioso y feliz. Toda aquella parafernalia era idea del desperdicio de vendajes, pero si le hacía mas feliz que el suicidio, gastaría cada peso que tuviese para que el idiota sonriera. 

El lugar estaba adornado de rosas blancas y rojas por doquier, los invitados sentados en sus lugares esperando a los novios se levantaron cuando la música indico que uno de ellos ya había llegado.
Elise avanzó primero, llevaba una cesta con pétalos de rosas, se movió caminando con elegancia por la alfombra roja que daba camino al altar, mientras Mori le sacaba fotos de todos los ángulos que le fueran posibles.
Mas atrás Chuuya y Kouyou tomada del brazo de quien había criado como a un hijo, caminaban lentamente. Al llegar al altar se detuvieron, se dieron un abrazo y el pelirrojo, luciendo asombrosamente guapo como siempre, se colocó en su puesto para esperar a Dazai.

Pasaron minutos que se sintieron eternos. Hasta que apareció Dazai del brazo de Yosano Akiko, la doctora de la Agencia Armada de Detectives. El idiota vestía un traje igual al de él pero blanco con una estupida corona con un velo que cubría su rostro.

- Lo voy a matar - susurro entre dientes.

Pero ese era el show que quería montar Dazai, y ya. Ellos eran pareja hacía muchisimos años, practicamente desde que eran adolecentes, habían pasado de todo juntos, pero ésto era el punto máximo de su relación. La azabache y el castaño caminaban lentamente, lo que comenzó a desesperar al pelirrojo. Impaciente, comenzo a mover su pie derecho y pudo divisar una sonrisa burlona de parte de Dazai, eso le gustaba, ver a su pequeño ojiazul ansioso y nervioso. Cuando finalmente llegó al altar, Chuuya le quitó el velo a su novio y le sonrió. Había sido placentero para el castaño que su querido ojiazul se pusiera de puntillas para quitarle el velo. Solo por eso lo había hecho, ya luego pediría el video y le molestaría en esa parte. 

Si, AceptoWhere stories live. Discover now