Él

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Género: Fantasía, amor, adolescencia, colegial, cuento corto, drama, espiritual.

Mi nombre es YoonGi, Min YoonGi. Caí en coma. Tengo una misión. ¿Cuál? Aún no la descubrí. Tampoco sé porque estoy así. Cuando desperté, miré mi cuerpo recostado en una cama del hospital, mi madre sentada en una silla a mi lado. Fue horrible darme cuenta de que nadie se percataría de mi existencia, traté de volver a mi cuerpo de muchas maneras.

Luego de mi desesperación por mi invisibilidad, me tranquilicé y salí por buscas de pistas a mi misión. Crucé hasta un parque pequeño que estaba en frente del hospital. Me senté en un banco vació, era otoño, había muchas hojas, así que no debería preocuparme por patearlas, ya que las demás personas pensarían que es el viento. No sabía que hora era, no tenía nada, no me quedaba... Nada. Me quedé pensando, intentando recordar el porqué de estar en coma. Volví a la realidad gracias a un joven que pasó muy cerca de mi, tenía pelo negro, un gorro rojo oscuro, ojos marrones, una remera raya blanca y negra, bajo de ella, una camiseta negra que le quedaba suelta. Pantalones negros y zapatos negros. Corría, calculé que llegaría tarde a algún lugar. Sentí algo fuerte, algo por dentro me pedía saber de él, así que lo seguí.

Pasaron varias semanas, él estudiaba en la secundaria. Último año. Entramos al salón, se localizaba al final del pasillo de la segunda planta del colegio. Como todos los días, me apoyaba en la pared al frente de su mesa, el primer día que lo vi, descubrí su nombre, JiMin, Park JiMin. Tenía 18 años, dos amigos, TaeHyung y JungKook.

Muchas cosas estuvieron a punto de quitarle la vida, estuvieron a muy pocos centímetros de apuñalarlo por la espalda, sólo para intentar robarle su celular, pero me interpuse empujando fuertemente al ladrón, el susodicho; asustado, salió corriendo, luego de lo sucedido.

Desde ese día, él empezó a notar que alguien lo seguía, se estaba percatando de mí. Temía... Temía a que yo le haga daño... Quizás. Traté de comunicarme con él, a través de hojas y lápices, pero no me controlaba bien, la desesperación me ganaba y volaba todo. Gracias a mí, JiMin se encerraba en su habitación horrorizado y me dejaba fuera de ésta. Él vivía con sus padres, pero jamás les contó sobre lo que pasaba conmigo, era bastante cerrado en ese sentido. Sólo le contaba todo de sus amigos y a su diario íntimo. TaeHyung le hacía bromas sobre eso, pero no le creía, al igual que JungKook, él mismo; creía que estaba loco. JiMin pensaba -sabía- que el único que le entendía; era su diario, pero no sabía de mí... Que yo también le entendía a él.

Y luego de casi dos meses, hoy me decidí y me di una pequeña vuelta por el hospital, quería ver si mi madre estaba allí. Entré con cuidado, había varias personas revoloteando por los pasillos y no quería chocarme con alguna de ellas; la habitación dónde yo estaba internado era en el cuarto piso y último piso del hospital. Por buena suerte, encontré la puerta abierta. Entré, estaba mi hermano mayor y mi madre, ubicada a su lado. Mi Hyung estaba conteniendo a mi madre, quién lloraba descontroladamente. Se veían cansados, al parecer estaban día y noche esperando a que yo despierte. Me apoyé en el respaldo a los pies de mi cuerpo, al mirarme, se me vino una imagen: Yo de frente a una persona, no pude ver el rostro de ésta, y tampoco pude saber si era un hombre o una mujer; pero vi perfectamente que me apuntaba con un arma. Me alejé unos pasos y choqué contra una enfermera que pasaba por detrás de mi, ésta miró hacía los costados asustada y se dirigió fuera de la habitación rápidamente.

Confundido, intentando nuevamente recordar que es lo que había pasado, salí del hospital, bajando lentamente las escaleras, cada maldita escalera. A cada paso que hacía, sentía que mi mundo se derrumbaba encima de mí. Me senté en el borde de la calle, dónde estacionaban motocicletas. Agarrándome la cabeza, tratando de tranquilizarme, grité, sabiendo que nadie me escucharía, cuando me calmé decidí volver con JiMin. Sabía que a esta hora, un lunes; estaría en clase, así que me dirigí al colegio dónde estudiaba, ya que no quedaba lejos.

La ciudad de Gunsan no era muy grande que digamos, era tranquila, no había ruidos molestos en la mayoría del tiempo. Llegué al colegio y subí las escaleras que estaban en el jardín de éste, la puerta del salón donde JiMin se ubicaba estaba cerrada, pero miré por el pequeño vidrio cuadrado que se ubicaba en la parte superior de la puerta y ahí estaba, ese chico bellísimo, habían pasado meses, él ya sabía que estaba yo, sabía que tenía a su ángel guardián. Los ratos que tenía libre o estaba en la clase de arte se dedicaba a dibujar a un ángel y a él.

Terminó la clase, ya era la hora de volver a casa. Me estiré y decidí seguir al pequeño jovencito. Llegamos a su casa, entramos a su habitación y él habló, sentándose en su cama.

— ¿Tú...? ¿Tú eres mi ángel guardián, verdad?

Me sorprendí, por poco creí que me podía ver, me acerqué y pasé mi mano por delante de sus ojos, pero él quitó la vista y frunció el ceño. Abrió su mochila, sacó papel y lápiz de éste, los apoyó en su cama, y siguió.

—   Si no estoy loco... ¿Puedes escribir tu nombre en este papel?

Él dejó el lápiz sobre el papel y me acerqué lentamente, dudando de hacerlo. Realmente no estaba seguro de hacerlo, así que me limité y escribí la primera letra. Él intentó adivinar, mientras yo le hacía gestos con el lápiz en respuesta negativa y se reía, formando que sus ojitos se cerrasen por completo, por lo que yo hacía. Hasta que le acertó y escribí en un papel, un grande ''Sí''.

JiMin se quedó mirando el papel, con su sonrisa, su sonrisa tan hermosa y perfecta. A los pocos segundos sonó su celular, era un mensaje, me arrimé a ver que decía. ''¡Internaron urgentemente a NamJoon! ¡QUIERO QUE VENGAS YA AL HOSPITAL!''

Rápidamente, el pequeño de mejillas regordetas se levantó y se cambió de ropa, se puso la misma ropa con la que yo lo había conocido. Esa remera a rayas negras y blancas, ese pantalón negro que le quedaba apretado, ese gorrito rojo oscuro y su camiseta negra bajo su remera. Algo iba mal, y no lo por el mensaje, sino porque algo me lo decía, algo llamaba mi atención. Corrió rápidamente hacia la puerta, corría rápido, había bastante gente y ya ni me importaba tener que empujar a todos, total; nadie me vería. Pude ver como JiMin cruzaba la calle por las líneas blancas, el semáforo en verde... Traté de alcanzarlo, pero se me hacía pesado correr.

Escuché un choque, había perdido de vista a JiMin y lo peor se me venía a la cabeza. Lo volví a ver, lo vi... Tendido en el piso, sangrando. Mis ojos se aguaron y lloré, como jamás había llorado por alguien en mi maldita vida. Era de noche, se había largado a llover. Me acerqué lentamente a su cuerpo, mi mente estaba en blanco. No me agaché, no podía verlo ahí, así, justo a él. Me tapé los ojos y grité, grité hasta quedarme sin voz, caí de rodillas a varios metros dónde se ubicaba su cuerpo.

— ¿YoonGi? — Escuché la voz de JiMin, me di vuelta y allí estaba, transparente, casi invisible, al igual que yo. Me levanté y me acerqué lentamente a él. JiMin se limitó a sonreír, él estaba de mi lado, yo no había llegado a soportar el coma, había fracasado en el logro de mi misión, que ni sabía cuál era. ¿Pero al final... Eso me importa ahora? JiMin podía, al final, JiMin podía verme.


Ya podía verme...

Fin.

YoonMin. | One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora