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Lo intenté amor mío, intenté con todas mis fuerzas sacarte de mi mente, intenté inútilmente olvidarte y sacarte de mi corazón. Inútilmente y a sabiendas de que era misión imposible.

Recuerdo aquella vez en la cafetería de la esquina, esa pequeñita pero acogedora, esa que visitábamos prácticamente todos los domingos, esa cafetería que unió dos personas. Que te unió a mí, que me unió a tí.

Recuerdo ese desolado parque que nadie excepto nosotros dos visitaba porque estaba en ruinas. Terrorífico para otros, hermoso para nosotros.

También recuerdo esa calle poco transitada. Aquella en la que tantas veces nos cruzamos sin darnos cuenta de lo importante que serias para mí en un futuro.

Y por último recuerdo nuestro diminuto apartamento, aquel tan nuestro y a la vez de ninguno, ese en el que creía qué éramos felices. Esa habitación en la que hubo un millón de encuentros insignificantes para tí y que lo eran todo para mí. Ese cuarto de baño y esa estrecha ducha en el que yo creía nuestro amor se estrujaba para convertirse en uno y en cambio tú te limpiabas y desechaba por el desagüe el amor que te entregaba. Esa cocina vieja y estropeada en la que cocinaba para tí con todo el cariño del mundo y tú terminas por quemarlo.

El día de hoy me doy cuenta. Cada frase de amor y promesa, pactos sellados por nuestros labios y encuentros sexuales a altas horas de la madrugada, cada te amo, cada para siempre, no eran más que palabras y actos vacíos, llenos de indiferencia y amargura.

Mientras yo, te entregué cada parte de mí. Te confié mi frágil y débil corazón e incluso mi más pura anatomía dejé a tu merced.

Como siempre, abusaste de mis sentimientos, rompiste y desechaste mi corazón y ensuciaste mi cuerpo.

No me malinterpretes, fuistes y eres la persona más importante en mí vida, la persona que con falsas emociones me reconstruyó poco a poco.

Sigo creyendo que fuiste lo más bonito de mi miserable existencia y si me dijeran que fuistes un error, de echo, un gran error, tropezaria contigo una y mil veces más, porque no fuiste un simple gran error, fuistes de esos que quedan grabados para siempre, como tinta negra inyectada en la piel, tú, Jeon Jungkook eres mi tinta negra.

Apareciste en mí piel en mi estado ebrio, fuistes ese típico error de adolescente borracho que comete la gran locura de tatuarse cualquier jodida mierda en el culo. Y a pesar de eso, permaneces ahí como una simple locura de la adolescencia, un bonito recuerdo de las locuras del pasado.

Llegaste en mis momentos más caóticos, esos en los que únicamente quería crear un nuevo océano de lágrimas. Y llegaste como una oleada intensa de calor en el desierto para evaporar cada gota de agua salada que brotaba de mis ojos. Para después convertirte en la mas grande y hermosa tormenta de arena, desordenando mi ser y destrozándome más de lo que llegué a estar nunca.

Demasiados pensamientos destructores pasan por mi desastrosa mente durante éstas últimas semanas, desde ese 2 de Septiembre en el que saliste por la puerta de ese cuchimbril apartamento, según tú.

Merezco mi ansiada felicidad, esa que por años creí tener junto a tí, creí y tuve. Aunque fuera creada por una falsa sonrisa de un falso estúpido que hizo que me enamorara de él hasta las trancas.

A día de hoy, la oscuridad que se ve por las noches se refleja en mi ser, porque sí, Jeon Jungkook, provocaste en mí un nuevo agujero oscuro el cuál es imposible salir. Provocaste en mí un sin fin de agonizante trisiteza y de nuevo la soledad vino directa hasta mí.

Sintiéndome tan vacío en ese pequeño apartamento pero que sin tí se ha convertido en una mansión. Fría y enorme mansión desolada y oscura.

Pienso hacerlo amor mío, incluso aunque mi estado de ánimo o mi salud no te importen, o incluso aunque cuando veas ésta última dedicatoria mía la deseches en ese cubo de cosas insignificantes y sin valor, como hiciste conmigo.

Aún así espero y confío en que nuestra relación haya sido algo para tí, una mínima pizca de sentimientos o incluso un bonito recuerdo de lo que alguna vez fuimos y haya quedado grabado en tu mente.

Sintiéndome como me siento, y esperando que los días pasen lentamente con el único pensamiento, tú, Jeon Jungkook, es que he decidido convertirme en estrella, una apagada y marginada estrella en ese inmenso y sombrío cielo. Observando y cuidándote desde lo más alto del firmamento.

Decidí convertirme en viento para poder guiarte desde abajo y que si en algún momento de tú vida, te descarrilas de tú camino, poder direccionarte hacía lo correcto.

Decido pasar esa hermosa y punzante cuchilla sobre la piel tatuada con tu existencia, para así dejar salir la fluida substancia rojiza llena de dolor y sentimientos por tí.

Dejar caer esas incontroladas gotas pigmentadas al suelo mezclándose con mi nuevo océano de lágrimas. Un bello océano rojo plagado de dolor y sufrimiento, con un fondo marino lleno de amor por tí.

Para así poder descansar de tú ser y de las ruinas que dejaste con tú marcha.

¿Recuerdas ese agujero oscuro sin salida?

Sí que la hay, una única y miserable salida. Una que contemplé antes de tropezarme con tu sonrisa y tus profundos ojos. Pero que tú, sin querer, borraste de mi mente hasta el día de hoy.

Es por eso amor mío que me despido para siempre, es por eso que te digo adiós en ésta manchada carta, manchada con esa substancia roja que brota de mi cuerpo.

No hay marcha atrás, estoy decidido a emprender mi nuevo camino hacía las estrellas. Estoy decidido.

Era verdad.

«Jeon Jungkook, eres mi vida.»

Y ella se fue contigo, cogidos de la mano y saliendo lentamente por aquella puerta que jamás he vuelto a cruzar. Sin compasión, sin mirar atrás.

Volé Jeon, volé sin mirar hacia abajo, y cuando creí haber llegado hasta el más alto rascacielo, descendí, descendí hasta estrellarme contra la cruel y dura superficie de la realidad.

Ahora Jeon, vuelvo a volar, vuelo alto y libre. Pero ésta vez con la seguridad de llegar hasta lo más alto, sin riesgo a caer en picado.

Sin riesgo a estamparme con tus profundos orbes oscuros o tu brillante sonrisa, sin riesgo a admirar esa personalidad de autosuficiencia y a la vez sensible. Sin riesgo a pensar en volver a tocarte, volver a besarte o volver a abrazarte.

Queriendo hacerlo por última vez, pero aún a si, sabiéndo que es imposible.

Te amo, Jeon Jungkook, siempre lo hice y sigo haciéndolo, te amo como el arco ama sus flechas, como el mar ama sus corales, como el desierto ama el sol. Incluso te amo más que a mi propia vida, y es exactamente esa la razón por la que deseo dormir.

Por eso;

A tí, mi amor, mi tinta, mi paraíso, mi cielo, mis alas, mi herida, mi desierto, mi tormenta, mi error, mi vida, a tí, Jeon Jungkook te digo adiós.

| 愛 goodbye ¡kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora