Sol de otoño

Fragmento 1

"Nunca me ha gustado el invierno".

Siempre que decía eso le explicaba a mi acompañante de turno que la lluvia, el frío y las calles húmedas me deprimían. Solo hasta ese año sumé una razón que amigos, familia y animalistas aceptaron como válida para justificar mi desagrado. El recuerdo de tu mascota muerta puede conmover a muchos.

Quizás por eso me enamoré de él. Caminando bajo la lluvia, contando malos chistes y moviendo su paraguas mientras cantaba Singin' in the rain me hacía sentir una calidez que subía desde mi pecho a mis mejillas.

"Eres como el sol en verano", le dije una vez, sin darme cuenta que decirle eso podía ser peor confesión que un simple y directo "te amo". Pero él seguía como siempre, moviendo su paraguas rítmicamente al mismo tiempo que me decía "más bien, me siento como un sol en otoño".

Quizás porque en ese entonces era un estudiante de media-sabe un poco de todo y a la vez, nada-no tomé peso a sus palabras, cargadas de silencio y de tristeza, intentaba susurrarme algo, algo que no era capaz de comprender.

El sabía que yo lo quería, aunque siempre que se lo reprochaba me lo negaba.

- "Te lo juro por Dios, mi gato".

- "Dios murió hace dos años".

- "...Bueno, ya sabes que no me gusta jurar".

Siempre que me contestaba eso, nuestra conversación se volvía risas y empujoncitos que buscaban satisfacer esa necesidad de tocarnos, pero de no tocarnos. Muchos me decían que "lo nuestro" era como una comedia, simple y superficial.

Yo pienso que estaban equivocados, muchas veces una comedia resulta más compleja que un drama.